José hizo lo que le había mandado el ángel del Señor 

Ferias mayores de Adviento

18 de diciembre

Cristo vino al mundo de la siguiente manera: Estando María, su madre, desposada con José, y antes de que vivieran juntos, sucedió que ella, por obra del Espíritu Santo, estaba esperando un hijo. José, su esposo, que era hombre justo, no queriendo ponerla en evidencia, pensó dejarla en secreto. Mientras pensaba en estas cosas, un ángel del Señor le dijo en sueños: “José, hijo de David, no dudes en recibir en tu casa a María, tu esposa, porque ella ha concebido por obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados”.

Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que había dicho el Señor por boca del profeta Isaías: He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, a quien pondrán el nombre de Emmanuel, que quiere decir Dios-con-nosotros. Cuando José despertó de aquel sueño, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y recibió a su esposa. Palabra del Señor.

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La lectura de la genealogía que hicimos ayer dejó pendiente la respuesta a la pregunta ¿de donde viene Jesús? La respuesta la tenemos hoy en el texto que la liturgia pone delante de nosotros. Jesús no debe su existencia a una generación humana sino a la obra creadora de Dios. Veámoslo.

La idea central del texto que leemos es: «ella ha concebido por obra del Espíritu Santo». Lo que quiere decir que el Espíritu Santo está en el origen de la vida de Jesús. Tanto así, que al final del pasaje se recalca que José no tuvo nada que ver nada con el nacimiento del niño; Jesús no es fruto de la relación conyugal de dos esposos.

Jesús no es hijo de José sino criatura del Espíritu Santo. No es fruto natural de esta historia humana, no depende de la sucesión de generaciones y familias que contemplamos ayer. Él es el cumplimiento y al mismo tiempo el comienzo de un tiempo nuevo que es posible por el poder creador de Dios. Este es el origen de Jesús, así lo dice el evangelio: «Cristo vino al mundo de la siguiente manera».

Ella estaba «desposada con José». Conforme al derecho hebreo los futuros esposos se consideraban marido y mujer, pero no convivían hasta pasado un año de haberse comprometido; este período era llamado «desposorio»: transcurrido el cual la mujer era conducida a la casa del esposo para iniciar la vida conyugal.

Sin embargo, «sucedió que ella, por obra del Espíritu Santo, estaba esperando un hijo». José descubre que María está embrazada y toma la decisión de repudiarla en secreto. Pudiendo entregarla a la pena de muerte por adulterio, decide dejarla vivir, es claro que la ama. 

Dios interviene e involucra a José en su plan. Le da la tarea de tomar consigo a María y darle el nombre al niño. De esta manera, José se responsabiliza de la vida de María y de la del niño, reconociéndolos ante la ley como su mujer y como su hijo. 

Y puesto que José asume la paternidad legal de Jesús, el niño se convierte en su heredero y así entra en la dinastía de David, llevando la historia de la salvación a su culmen y cumplimiento.

La tarea de José con relación al niño se la advierte el ángel que le habló en sueños «le pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados». Es Dios quien da existencia a Jesús y también le da un nombre en el que está inscrita su misión.

El nombre de Jesús significa “Dios es salvación”. En la Biblia dar un nombre significa dar una nueva vida que se realiza en una nueva misión. En el pasaje que leemos es Dios quien decide el nombre del niño, queda claro que la existencia y la misión de Jesús provienen de Dios Padre.

La misión de Jesús es indicada por Dios. «él salvará a su pueblo de sus pecados». Parece evocarse en ella lo dicho en el salmo 130 que dice: «Y él redimirá a Israel de todas sus culpas». Jesús es mucho más que un hijo de David, en el sentido político y militar. Él es salvador del hombre, quiere recupera a las personas perdida en su lejanía de Dios para traerlas de nuevo a la comunión con Él.

Con términos precisos, el evangelio de hoy enseña que Jesús es el verdadero Mesías que toma sobre sus hombros a su pueblo y lo conduce a la plenitud de la vida. Para eso viene Jesús al mundo. La misión de Jesús desciende hasta las raíces de la vida humana dándole un vuelvo profundo a nuestra manera de vivir.

Así se realiza lo que Dios anunció por boca de los profetas. En Jesús Dios salva al hombre, y el ser de Dios «Yo soy, el que está contigo» se concreta en el nombre de Emmanuel que significa «Dios está con nosotros», que expresa la revelación en Jesús del rostro misericordioso de Dios, que nos ayuda y nos salva y al mismo tiempo revela el proyecto amoroso de Dios para la humanidad.

Dios no nos abandona. En la base de la obra de Dios en el mundo está Jesús, a quien Él le dio la existencia, el nombre y la misión. Jesús es el regalo, el don auténtico de Dios a su pueblo, para que no sufra más con tanta maldad, para que viva plenamente en la comunión con Él y con los hermanos, porque Él es «Dios con nosotros».


[1] Oñoro F., Los orígenes de Jesús (II) Un nuevo comienzo por obra del Espíritu Santo. Mateo 1, 18-24. CEBIPAL/CELAM.

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