El amo tuvo que reconocer que su mal administrador había procedido con habilidad

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Tiempo Ordinario

Viernes de la XXXI semana

Textos

† Del evangelio según san Lucas (16, 1-8)

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Había una vez un hombre rico que tenía un administrador, el cual fue acusado ante él de haberle malgastado sus bienes. Lo llamó y le dijo: ‘¿Es cierto lo que me han dicho de ti? Dame cuenta de tu trabajo, porque en adelante ya no serás administrador’.

Entonces el administrador se puso a pensar: ‘¿ Qué voy a hacer ahora que me quitan el trabajo? No tengo fuerzas para trabajar la tierra y me da vergüenza pedir limosna. Ya sé lo que voy a hacer, para tener a alguien que me reciba en su casa, cuando me despidan’.

Entonces fue llamando uno por uno a los deudores de su amo.

Al primero le preguntó: ‘¿ Cuánto le debes a mi amo?’ El hombre respondió: ‘Cien barriles de aceite’. El administrador le dijo: ‘Toma tu recibo, date prisa y haz otro por cincuenta’.

Luego preguntó al siguiente: ‘Y tú, ¿cuánto debes?’ Este respondió: ‘Cien sacos de trigo’. El administrador le dijo: ‘Toma tu recibo y haz otro por ochenta’.

El amo tuvo que reconocer que su mal administrador había procedido con habilidad. Pues los que pertenecen a este mundo son más hábiles en sus negocios que los que pertenecen a la luz”. Palabra del Señor.

Fondo Musical: P. Martin Alejandro Arceo Álvarez

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Mensaje[1]

Tras haberse dirigido en particular a los maestros de la Ley y a los fariseos, Jesús habla ahora también a sus discípulos y les cuenta ellos la parábola del hombre rico y de su administrador. Este último, acusado de haber malversado los bienes de su amo, reflexiona sobre lo que debe hacer en caso de que sea despedido del cargo. 

Fruto de esta reflexión, decide llamar a los que tienen deudas contraídas con su señor, para condonarles una parte de ellas; de este modo, se asegura su reconocimiento y la posibilidad de ser acogido en sus casas cuando lo necesite. Es posible que la deuda condonada correspondiera al interés que el administrador retenía habitualmente para él -y es en esta especulación donde debemos buscar la raíz de la injusticia y de la malversación-, pero la renuncia a los barriles de aceite y a los sacos de trigo constituye una actitud astuta. 

Del mismo modo que es preciso evaluar los gastos para la construcción de una torre o la oportunidad de declarar la guerra o pactar la paz, el administrador evalúa sus propias fuerzas y se procura amigos con su clemencia.

Lejos de parecerse al rico necio al que la muerte cogió sin estar preparado, se puede decir de este administrador que es astuto, aunque no sea «fiel», pues en el limitado horizonte en el que se mueve sabe hacerse amar, pensando en el futuro: así, aunque no sepan mirar lejos, «los que pertenecen a este mundo son más sagaces» que «los que pertenecen a la luz» puesto que son capaces de darse cuenta de la urgencia del momento y comportarse con prudencia, es decir, de manera previsora. 


[1] G. Zevini – P.G. Cabra, Lectio divina para cada día del año.12., 281-282.

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