Inicia tu meditación escuchando este canto. Repítelo en tu corazón
Cristo Jesús – Taizé
Textos bíblicos
Primera Lectura: Oseas 14, 2-10
Salmo 80
Evangelio: Marcos 12, 28-34: El Señor tu Dios es el único Dios: ámalo
Reflexión
Este pasaje del Evangelio de Marcos se enmarca dentro del ministerio de Jesús en Jerusalén. En medio de la hostilidad de los jefes del pueblo, que se hace cada vez más peligrosa, aparece la pregunta sincera de un escriba que se dirige a Jesús y le pregunta: «¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?». Era un escriba sabio, consciente de no tener toda la verdad, de que también él necesitaba aprender de un maestro más sabio.
Este escriba nos enseña hoy cómo presentarnos a Jesús y junto a él preguntarle: «Maestro, ¿cuál es el corazón del Evangelio?». Jesús responde de forma clara, como para hacernos comprender que sin Él, sin su Espíritu Santo, es difícil comprender las Escrituras. Responde que el «primer mandamiento» es doble: amar a Dios y al prójimo. Son dos amores inseparables; es más, es uno solo: no es posible separar a Dios del prójimo. Jesús mismo nos lo muestra: él ha amado a Dios sobre todas las cosas, más que a su propia vida, e igualmente ha amado a los hombres por encima de todo, más que a su vida.
Para comprender la unicidad del amor de Dios y del prójimo, hay que acoger previamente una invitación: «El primero es: Escucha, Israel». Es la invitación que se nos vuelve a proponer cada día en este tiempo de Cuaresma: la necesidad de la escucha de Dios que nos habla. Quien no le escucha sentirá únicamente el ruido de sí mismo, y no podrá vivir plenamente el mandamiento del amor.
Revisa tu vida:
El primer mandamiento es escuchar a Dios, quien escucha su Palabra cae en la cuenta que la ley y los profetas se sintetizan en el amor a Dios y al prójimo. ¿Escuchas la Palabra de Dios cuándo es proclamada? ¿Cuándo escuchas la Palabra, se enfoca tu corazón en el amor a Dios y al prójimo?
Propósito:
Prepara las lecturas de la misa del próximo domingo, para que cuando las escuches su eco impregne tu corazón y su luz ilumine tu conciencia.
Jaculatoria:
Yo soy tu Dios, escúchame
Concluye tu meditación escuchando y apropiándote este canto:
Nada te turbe – Taizé