Traten a los demás como quieren que ellos los traten a ustedes

Tiempo Ordinario

Martes de la XII semana

Textos

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “No den a los perros las cosas santas ni echen sus perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen y después se vuelvan contra ustedes y los despedacen.

Traten a los demás como quieren que ellos los traten a ustedes. En esto se resumen la ley y los profetas. Entren por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta y amplio el camino que conduce a la perdición, y son muchos los que entran por él. Pero ¡qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que conduce a la vida, y qué pocos son los que lo encuentran!” Palabra del Señor.

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El texto del evangelio que leemos hoy nos coloca frente a la primera parte de la conclusión del Sermón de la Montaña. El primer versículo trata sobre la prudencia que debe caracterizar a un discípulo de Jesús. Puesto que las comunidades eran perseguidas, era necesario ser cautos en lo que se decía fuera de ellas, porque todo se convertía en motivo de ataque. Ése es el sentido del “No den a los perros las cosas santas ni echen sus perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen y después se vuelvan contra ustedes y los despedacen

Para los judíos el “perro” y “cerdo” eran animales impuros y utilizaban estas crueles expresiones para referirse a las personas que no pertenecían al pueblo de Dios. Para el mundo cristiano, parecen designar a una persona no-convertida.  

Pues bien, hay acontecimientos, misterios, eventos que son propios de la comunidad y que no entiende una persona que no pertenece a ella. Confiar las cosas santas a quienes no les dan ningún significado porque no se han convertido o porque no tienen fe es exponerlas a su banalización, a que se burlen de ellas o a que las manipulen sacrílegamente. El discípulo tiene un cierto sentido de lo sagrado y se acerca a lo Santo con respeto y reverencia.

Enseguida el evangelio nos presenta la “regla de oro”: “Traten a los demás como quieren que ellos los traten a ustedes. En esto se resumen la ley y los profetas.”._ Se trata del principio de la reciprocidad: que cada uno busque el interés del otro como si fuese el propio interés. 

Este principio sintetiza toda la enseñanza del Sermón de la Montaña sobre la justicia del Reino: Jesús le da un espíritu nuevo a la antigua doctrina. El Antiguo Testamento se hace realidad en la Palabra y en la praxis de Jesús y de la comunidad de sus seguidores.

El Sermón de la Montaña no solamente da enseñanzas. A final también da criterios de discernimiento para que evaluemos si hemos entrado realmente en su espíritu y su acción. Hoy nos detenemos en un primer criterio de discernimiento para cuando la opción por el Reino supone renuncias dolorosas. El objetivo de las enseñanzas del Sermón de la Montaña es “entrar en el Reino” y lo correcto es entrar por “la entrada estrecha”. 

En todo el Sermón de la montaña Jesús describe el camino que conduce a la vida, a la vida eterna y que se logra con la entrada en el Reino de Dios.  Ahora deja claro que este camino no es largo y cómodo, sino fatigante y estrecho; es necesario afrontarlo con dificultad; este camino no lo toma la mayor parte de la gente, “pocos son los que lo encuentran.”

Para un discípulo de Jesús el comportamiento de la masa no es criterio de acción. Un discípulo siempre camina “contracorriente” orientado por los valores del Reino encarnados en el testimonio de Jesús; Él nos dio su amor sin esperar nada a cambio. Esa es la verdadera puerta estrecha que lleva a la salvación.

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