Si te propones servir al Señor, prepárate para la prueba

Tiempo Ordinario

Martes de la VII semana

Hijo mío, si te propones servir al Señor, prepárate para la prueba; mantén firme el corazón y sé valiente; no te asustes en el momento de la adversidad.

Pégate al Señor y nunca te desprendas de él, para que seas recompensado al fin de tus días. Acepta todo lo que te sobrevenga, y en los infortunios ten paciencia, pues el oro se purifica con el fuego y el hombre a quien Dios ama, en el crisol del sufrimiento.

Confíate al Señor y él cuidará de ti; espera en él y te allanará el camino. Los que temen al Señor, esperen en su misericordia; no se alejen de él y no caerán.

Los que temen al Señor, confíen en él, porque no los dejará sin recompensa. Los que temen al Señor, esperen sus beneficios, su misericordia y la felicidad eterna.

Miren a sus antepasados y comprenderán. ¿Quién confió en el Señor y quedó defraudado? ¿Quién perseveró en su santo temor y fue abandonado? ¿Quién lo invocó y fue desatendido? El Señor es clemente y misericordioso; él perdona los pecados y salva en el tiempo de la tribulación. Palabra de Dios.

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El Sirácida pide al creyente la disponibilidad ante las pruebas de la vida, para adquirir la sabiduría: «Hijo, si te acercas a servir al Señor, prepara tu alma para la prueba». El maestro espiritual advierte al discípulo que en la vida toda prueba y aflicción es conocida por el Señor, que no deja de dar su sostén y su ayuda a quien confía en él para sacar el bien de la dificultad que debe afrontar. 

Las pruebas de la vida se presentan de formas diversas e inducen muchas veces a desalentarse, a alejarse del Señor, a buscar soluciones confiando en uno mismo o en los recursos humanos. El Señor, sabio pedagogo, sabe cómo transformar las pruebas para el bien del creyente; las adversidades, para el hombre que sigue al Señor, no son un castigo, sino un momento de purificación. El libro de los Proverbios advierte con sabiduría que «el Señor reprende a quien ama, como un padre a su hijo amado» (Prov 3, 12). 

En la prueba el creyente debe abandonarse al Señor y crecer en la fe en él, sin separar su oído de la escucha de las Santas Escrituras. Por eso el autor sagrado advierte: «En las humillaciones, sé paciente. Porque en el fuego se purifica el oro, y los que agradan a Dios, en el horno de la humillación». Esto no quiere decir que sea Dios quien mande las pruebas, como a menudo se cree. 

El Señor, ante todo, está junto a nosotros en la prueba. Este es el sentido de las palabras del Padrenuestro: «No nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal». Es la elección de Jesús, como nos la presentan los Evangelios: está junto a los enfermos y a los que sufren, hasta el punto de sufrir él mismo, incluso hasta la cruz. La exhortación del maestro al discípulo es clara: «Confía en él, y él te ayudará, endereza tus caminos y espera en él».


[1] Paglia, Vincenzo. La Palabra de Dios cada día – 2023. Edición en español. pp. 112-113.

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