¡Señor, acuérdate de tu misericordia! Agenda Cuaresmal. Semana IV. Jueves.

Inicia tu meditación escuchando este canto. Repítelo en tu corazón

Cristo Jesús – Taizé

Textos bíblicos

Primera Lectura: Éxodo 32, 7-14 

Salmo 105 

Evangelio: Juan 5, 31-47:  El que los acusa es Moisés, en quien ustedes han puesto su esperanza

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Reflexión

El Evangelio, con los milagros que liberan a los hombres de las enfermedades y la esclavitud, muestra su fuerza de cambio, de liberación del poder del mal. Son las «obras» de las que habla Jesús: la conversión de los corazones y las transformaciones que ocurren en la vida de la gente, las obras de la misericordia que liberan a muchos de las numerosas esclavitudes. 

Sin embargo, los fariseos no quieren creer que Jesús sea el enviado de Dios. Su corazón está endurecido por el orgullo. Dice Jesús: «Ustedes no han oído nunca su voz». La fe es sobre todo «escucha» de la Palabra de Dios y hacerla propia poniéndola en práctica. Pero esto requiere la humildad de ponerse escuchar al Señor, y la disponibilidad para dejarse guiar por esa palabra que viene de lo alto. 

La escucha y la disponibilidad son el primer paso –si se puede decir así– de la fe: en ellas ya esá presente un destello de Dios, la atracción, la búsqueda de Dios incluso antes de que nos demos cuenta. Jesús les dice: «No tienen en ustedes el amor de Dios». Él es quien nos revela el rostro de Dios: es el exégeta de Dios, el único capaz de explicárnoslo con claridad. 

Todo el que lee las Sagradas Escrituras con disponibilidad, y con sinceridad de corazón las pone en práctica, experimenta directamente la fuerza de liberación del amor de Dios. 

Revisa tu vida: 

Jesús exhorta a quienes le escuchan a no endurecer su corazón, a no enorgullecerse de sí mismos ¿Permites a Dios tocar tu corazón? ¿Cómo se manifiesta esto en tu vida?

Propósito: 

Ofrece a Dios la disponibilidad de tu corazón y tu capacidad de escucha, para que su Palabra haga eco en tu vida.

Jaculatoria: 

Perdona Señor, las culpas de tu pueblo

Concluye tu meditación escuchando y apropiándote este canto:

Nada te turbe – Taizé

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