¿Por qué hacen lo que está prohibido hacer en sábado?

Tiempo Ordinario

Sábado de la XXII semana

Textos

Un sábado, Jesús iba atravesando unos sembrados y sus discípulos arrancaban espigas al pasar, las restregaban entre las manos y se comían los granos, Entonces unos fariseos les dijeron: “¿Por qué hacen lo que está prohibido hacer en sábado?” 

Jesús les respondió: “¿Acaso no han leído lo que hizo David una vez que tenían hambre él y sus hombres? Entró en el templo y tomando los panes sagrados, que sólo los sacerdotes podían comer, comió de ellos y les dio también a sus hombres”.

Y añadió: “El Hijo del hombre también es dueño del sábado”. Palabra del Señor.

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El evangelio nos presenta la gran libertad de Jesús y sus discípulos, ante la instituciones que nunca deben ser un fin en sí mismas sino mediaciones.

Fue Dios quien prescribió en la Ley la observancia del Sábado, por tanto cuando Jesús les dice que Él es el Señor del Sábado, Él se está identificando con Dios. Esta afirmación enfurece a los fariseos, y finalmente lo conducirá a su muerte.

Los fariseos buscan preservar las estructuras y las restricciones; pero ellos habían perdido de vista las necesidades humanas ordinarias. Jesús los llama a recuperar el sentido de lo que es importante. 

La ley de Dios es la ley de la libertad, puesto que nuestro legislador se describe a sí mismo como misericordioso y compasivo. Si insistimos en la observancia de la letra de la ley en vez de su espíritu podemos fácilmente terminar alejados de Dios en vez de cercanos a su voluntad.

Por eso les dice ¡el Hijo del Hombre es el señor del sábado! No extraña que los judíos encontraran difícil a Jesús: ellos entendían correctamente que pregonaba ser el mismo Dios. A veces reducimos a Jesús a su mensaje de amor y perdón universal, y no estamos listos para aceptar su demanda de que también era nuestro Señor y Dios.

Dios no está obsesionado con las reglas y las regulaciones; como dice San Pablo, la ley es como un pedagogo, un auxiliar, el signo visible de que se vive la Alianza con Dios. Si el cumplimiento de la ley sofoca la alegría y se traduce en obsesión, el efecto que consiguió es contrario a lo que Dios quiere, que es la libertad de sus hijos.

Hay que estar dispuestos a hacer siempre el bien y las leyes ayudan cuando lo facilitan no cuando lo impiden; las leyes y norman son propicias cuando señalan los límites de la justicia necesario para recorrer el camino del amor.

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