¡Pon en práctica la ley de Dios con toda el alma! Agenda Cuaresmal. Sábado de la semana I

Inicia tu meditación escuchando este canto. Repítelo en tu corazón

Cristo Jesús – Taizé

Textos bíblicos

Primera Lectura: Deuteronomio 26, 16-19 

Salmo 118

Evangelio: Mateo 5, 43-48: Sean perfectos como su Padre celestial es perfecto

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Reflexión

Continúa el discurso de Jesús sobre la «justicia» de Dios, que es muy distinta a la de los hombres. Jesús retoma la antigua ley del talión, que intentaba regular la venganza para que no fuera ilimitada. Jesús, consciente de la racionalidad de la ley del talión, pone todo al revés; y afirma que no solo se debe prohibir la venganza, aunque esté regulada, sino que se debe proponer el amor como ley suprema, hasta el punto de amar a los enemigos y rezar por ellos. 

Esta palabra de Jesús resulta completamente extraña para el sentir común de nuestra sociedad donde es difícil incluso amar a los demás, a los vecinos, a los que nos encontramos en las calles y en las plazas. Pero es esta la perspectiva que Jesús señala a los discípulos. Los cristianos serán reconocidos no solo por cómo se aman entre ellos sino también por cómo aman a sus enemigos. 

Desgraciadamente, es fácil detectar en los cristianos un comportamiento como el de aquellos que no siguen el Evangelio: amamos a aquellos que nos corresponden, saludamos a los que nos saludan, nos preocupamos solo de los que nos intercambian favores; pero de esta manera la vida cristiana es como si se frustrara, y dejamos de ser la sal de la tierra y la luz del mundo. El mandamiento de Jesús es totalmente opuesto a la vida que llevamos habitualmente. Jesús nos pide que demos un giro completo a la vida.

Revisa tu vida:

Trae al corazón el recuerdo de las personas con quienes te has enemistado.

Pide a Dios que venga a iluminar y a habitar esas relaciones y las sane. 

Propósito: 

Haz una plegaria por tus enemigos.

Jaculatoria: 

Dichoso el hombre que cumple la voluntad del Señor

Concluye tu meditación escuchando y apropiándote este canto:

Nada te turbe – Taizé

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