Mi casa es casa de oración

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Tiempo Ordinario

Viernes de la XXXIII semana

Textos

† Del evangelio según san Lucas (19, 45-48) 

Aquel día, Jesús entró en el templo y comenzó a echar fuera a los que vendían y compraban allí, diciéndoles: “Está escrito: Mi casa es casa de oración; pero ustedes la han convertido en cueva de ladrones”.

Jesús enseñaba todos los días en el templo. Por su parte, los sumos sacerdotes, los escribas y los jefes del pueblo intentaban matarlo, pero no encontraban cómo hacerlo, porque todo el pueblo estaba pendiente de sus palabras. Palabra del Señor.

Fondo Musical: P. Martin Alejandro Arceo Álvarez

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Mensaje[1]

Los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas, colocan el episodio de la purificación del templo casi para introducir los relatos de la última cena y de la pasión. 

En este pasaje evangélico de Lucas se distinguen dos unidades: la expulsión de los vendedores y la enseñanza de Jesús, que provoca la reacción de sus adversarios. En ambos casos entra Jesús en el templo como cualquier judío observante, pero actúa con una autoridad que sorprende y desconcierta. 

Lucas no insiste en la descripción de los detalles particulares, sino que se limita simplemente a decir «los vendedores», reuniendo así todos los comportamientos que, aunque no estén prohibidos, representan un ultraje para el lugar sagrado. Jesús los expulsa con dos citas proféticas, una de Isaías y otra de Jeremías. 

En la segunda parte, se dice simplemente que Jesús «enseñaba todos los días»: la normalidad de su presencia en el templo y la serenidad de su actividad de maestro hacen resaltar el contraste entre los jefes y el pueblo.  En efecto, mientras este último le escucha y le sigue, los jefes buscan un pretexto para condenarle a muerte, aunque no saben cómo arreglárselas. 

La Palabra de Jesús es, una vez más, el «signo de contradicción» que revela los pensamientos secretos de los corazones y distingue a los creyentes de los incrédulos.


[1] G. Zevini – P.G. Cabra, Lectio divina para cada día del año.12., 376-377.

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