Mi actividad sacerdotal consiste en predicar el Evangelio de Dios

Tiempo Ordinario

Viernes de la XXXI semana

Hermanos: En lo personal estoy convencido de que ustedes están llenos de bondad y conocimientos para poder aconsejarse los unos a los otros. Sin embargo, les he escrito con cierto atrevimiento algunos pasajes para recordarles ciertas cosas que ya sabían. Lo he hecho autorizado por el don que he recibido de Dios de ser ministro sagrado de Cristo Jesús entre los paganos. 

Mi actividad sacerdotal consiste en predicar el Evangelio de Dios, a fin de que los paganos lleguen a ser una ofrenda agradable al Señor, santificada por el Espíritu Santo. Por lo tanto, en lo que se refiere al servicio de Dios, tengo de qué gloriarme en Cristo Jesús, pues no me atrevería a hablar de nada sino de lo que Cristo ha hecho por mi medio para la conversión de los paganos, valiéndose de mis palabras y acciones, con la fuerza de señales y prodigios y con el poder del Espíritu Santo. 

De esta manera he dado a conocer plenamente el Evangelio de Cristo por todas partes, desde Jerusalén hasta la región de Iliria. Pero he tenido mucho cuidado de no predicar en los lugares donde ya se conocía a Cristo, para no construir sobre cimientos ya puestos por otros, de acuerdo con lo que dice la Escritura: Los que no habían tenido noticias de él, lo verán; y los que no habían oído de él, lo conocerán. Palabra de Dios.

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Con estas palabras que dirige a los cristianos de Roma, el apóstol parece querer recordar a toda la Iglesia, a todas las comunidades cristianas, la tarea de la nueva comunicación del Evangelio, tanto en las tierras que hace tiempo que son cristianas como en aquellas tierras en las que el Evangelio ha llegado recientemente. 

Podemos decir que la misión de la Iglesia no ha hecho más que empezar. También para nosotros, cristianos de antigua evangelización, porque hay muchas páginas del Evangelio que debemos comprender en su sentido profundo, como las de la paz y el amor por los enemigos.

Centrarse en los temas y los problemas organizativos conlleva el riesgo de apartarnos del primado de la comunicación del Evangelio que era la verdadera «honra» de Pablo y que se convierte en la «honra» de la Iglesia de hoy.

Hay muchas partes de la tierra -y pienso en la gran Asia- donde todavía debe ser anunciado el Evangelio. Es uno de los grandes desafíos al que los cristianos de hoy deben dar respuesta a partir de esta Carta a los romanos.

El apóstol, que afirmaba no haber bautizado a nadie, se tomaba la predicación del Evangelio entre los paganos como un «servivio sacerdotal»: comunicando el Evangelio ofrecía a Dios a aquellos que lo acogían.


[1] Paglia, Vincenzo. La Palabra de Dios cada día – 2023. Edición en español. pp. 388-389.

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