Tiempo Ordinario
Jueves de la IV semana
Textos
+ Del evangelio según San Marcos (6, 7-13)
En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce, los envió de dos en dos y les dio poder sobre los espíritus inmundos. Les mandó que no llevaran nada para el camino: ni pan, ni mochila, ni dinero en el cinto, sino únicamente un bastón, sandalias y una sola túnica.
Y les dijo: “Cuando entren en una casa, quédense en ella hasta que se vayan de ese lugar.
Si en alguna parte no los reciben ni los escuchan, al abandonar ese lugar, sacúdanse el polvo de los pies, como una advertencia para ellos”. Los discípulos se fueron a predicar el arrepentimiento. Expulsaban a los demonios, ungían con aceite a los enfermos y los curaban. Palabra del Señor.
Mensaje[1]
El Evangelio describe la primera misión de los Doce. Jesús los llama y los manda, de dos en dos, por las aldeas vecinas. El evangelista nos refiere la primera lección de Jesús a sus discípulos sobre la misión. Les exhorta a no vivir para si mismos y a no encerrarse en los propios pequeños horizontes, sino a ir al encuentro de las personas, allí donde estén, para anunciarles el Evangelio y para curar sus enfermedades.
Es una misión que no tiene fronteras y que pide a los discípulos ir siempre más allá hasta alcanzar los confines de los corazones y las fronteras más lejanas. Es significativo que el evangelista Marcos al igual que Mateo y Lucas, sitúe en los primeros momentos de la vida publica de Jesús el envío misionero. A menudo se piensa que antes de hablar a los demás de Jesús, de ir a comunicar la alegría de la vida cristiana, se debe crecer, entender todo, estar preparado. Si Jesús hubiera esperado a que los discípulos estuviesen preparados, ¿los habría mandado en misión alguna vez, visto que lo abandonarían justo al final de su vida terrenal? La vida cristiana es misión siempre. Cada comunidad es, por naturaleza y siempre, misionera, so pena de volverse árida e incluso de extinguirse.
La comunidad cristiana y cada discípulo deben sentir la urgencia de la misión. Es necesario en un mundo entristecido y a menudo violento, que vuelva a resonar la palabra evangélica. Es la única que tiene la fuerza para derrotar el mal. No hay que tener miedo: la fuerza de los discípulos de Jesús, el único equipaje que deben llevar consigo, es el Evangelio; la única túnica con la que vestirse es la misericordia, el único bastón sobre el que apoyarse la caridad. Además Jesús no nos envía nunca solos: san Gregorio Magno señala que Jesús les mandó de dos en dos precisamente para que el amor recíproco fuese la primera predicación. Jesús exhorta a los suyos a quedarse con aquellos que les acogen, para ayudarles a crecer en el conocimiento del Evangelio. Es cierto, el éxito no está siempre garantizado y Jesús les dice que será grave la responsabilidad de aquellos que rechacen el amor del Señor. Pero los discípulos no deben dejar de comunicarlo y de ayudar a todos a acogerlo en sus corazones.
[1] V. Paglia – Comunidad de Sant’Egidio, La palabra de Dios cada día, 2018, 83-84.