Libres ya del pecado y entregados al servicio de Dios, dan frutos de santidad

Tiempo Ordinario

Jueves de la XXIX semana

Textos

De la carta del apóstol san Pablo a los romanos (6, 19-23)

Hermanos: Por la dificultad natural que tienen ustedes para entender estas cosas, voy a seguir utilizando una comparación de la vida ordinaria. Así como en otros tiempos pusieron sus miembros al servicio de la impureza y de la maldad, hasta llegar a la degradación, así ahora pónganlos al servicio del bien, a fin de que alcancen su santificación.

Cuando ustedes eran esclavos del pecado, no estaban al servicio del bien.

¿Y qué frutos recogieron entonces de aquello que ahora los llena de vergüenza? Ninguno, pues son cosas que conducen a la muerte. Pero ahora, libres ya del pecado y entregados al servicio de Dios, dan frutos de santidad, que conducen a la vida eterna. En una palabra, el pecado nos paga con la muerte; en cambio, Dios nos da gratuitamente la vida eterna, por medio de Cristo Jesús, Señor nuestro. Palabra de Dios.

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Mensaje[1]

El apóstol compara, con gran eficacia, dos libertades: la que da la vida cuando nos ponemos a nosotros mismo en el centro y a la que da la via cuando seguimos al Señor. En ambos casos, de algún modo, la vida es libre de la ley. Pero la libertad sin Dios y sin los hermanos solo trae frutos amargos y desordenados, porque nos hace esclavos de nuestras tradiciones y de nuestro orgullo, nos somete a la fuerza malvada del pecado y del mal. 

La salvación viene de Dios que nos libra de la esclavitud de los instintos del pecado y nos da la libertad para servir al Evangelio y, por tanto, dedicar toda nuestra vida a amar a Dios, a los hermanos y a los pobres. Escribe: «Peo al presente, libres del pecado y esclavos de Dios, fructificáis para la santidad; cuyo fin es la vida eterna» (v. 22).

La libertad del cristiano empieza cuando acoge el amor de Dios ha derramado en nuestro corazón para ponernos al servicio de su gran plan de amor por el mundo, es decir, instaurar ya ahora su reino de amor, de paz y de justicia. Participar en este plan de Dios es nuestra salvación, es entrar ya ahora en la vida eterna.

El sentido de la vida es gastarla por el reino de Dios. el apóstol, sin miedo a exagerar, puede decir que somo como «esclavos» de Dios y de su justicia. Pero se trata de una «esclavitud» sana que hace sugir frutos de paz, de plenitud y de vida eterna para uno mismo y para el mundo.

Por eso Pablo afirma con audacia: «Liberados del pecado, os habéis hecho esclavos de la justicia». 


[1] Paglia, Vincenzo. La Palabra de Dios cada día – 2023. Edición en español. pp. 373-374.

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