Levanten la cabeza… se acerca la hora de su liberación.

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Tiempo Ordinario

Jueves de la XXXIV semana

Textos

† Del evangelio según san Lucas (21, 20-28)

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Cuando vean a Jerusalén sitiada por un ejército, sepan que se aproxima su destrucción.

Entonces, los que estén en Judea, que huyan a los montes; los que estén en la ciudad, que se alejen de ella; los que estén en el campo, que no vuelvan a la ciudad; porque esos días serán de castigo para que se cumpla todo lo que está escrito.

¡Pobres de las que estén embarazadas y de las que estén criando en aquellos días! Porque vendrá una gran calamidad sobre el país y el castigo de Dios se descargará contra este pueblo. Caerán al filo de la espada, serán llevados cautivos a todas las naciones y Jerusalén será pisoteada por los paganos, hasta que se cumpla el plazo que Dios les ha señalado.

Habrá señales prodigiosas en el sol, en la luna y en las estrellas. En la tierra las naciones se llenarán de angustia y de miedo por el estruendo de las olas del mar; la gente se morirá de terror y de angustiosa espera por las cosas que vendrán sobre el mundo, pues hasta las estrellas se bambolearán.

Entonces verán venir al Hijo del hombre en una nube, con gran poder y majestad. Cuando estas cosas comiencen a suceder, pongan atención y levanten la cabeza, porque se acerca la hora de su liberación”. Palabra del Señor.

Fondo Musical: P. Martin Alejandro Arceo Álvarez

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Mensaje[1]

La caída de Jerusalén es una clásica profecía ex eventu: sabemos que Lucas escribe después del año 70 d. de C. 

La descripción, con fuertes tonos apocalípticos, recurre al lenguaje de los profetas y presenta un cuadro terrible de los acontecimientos que se producirán cuando se cumpla el juicio sobre la ciudad santa: «días de castigo». 

La desolación golpeará sobre todo allí donde hay oposición a los signos de vida: las mujeres encintas, los niños de pecho; el destino de muerte atravesará los mismos confines del pueblo de Israel para golpear a los gentiles, «hasta que se cumpla el plazo que Dios les ha señalado», esto es, el tiempo de la Iglesia de los testigos y de los mártires. 

Los acontecimientos cósmicos se reflejan en la angustia de todas las naciones y en el temor de lo que está por llegar. 

La inspiración universal de este lenguaje, que engloba a toda la creación, aleja la determinación del tiempo preciso en el que todo esto sucederá, y, de este modo, Lucas puede introducir el acontecimiento decisivo, cuyo momento no puede ser conocido: la venida del Hijo del hombre, juicio para algunos, liberación para los creyentes.


[1] G. Zevini – P.G. Cabra, Lectio divina para cada día del año.12., 416.

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