Les mandó a su propio hijo, pensando: ‘A mi hijo lo respetarán’

Cuaresma

Viernes de la semana II

Textos

† Del evangelio según san Mateo (21, 33-43.45-46)

En aquel tiempo, Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo esta parábola: “Había una vez un propietario que plantó un viñedo, lo rodeó con una cerca, cavó un lagar en él, construyó una torre para el vigilante y luego la alquiló a unos viñadores y se fue de viaje.

Llegado el tiempo de la vendimia, envió a sus criados para pedir su parte de los frutos a los viñadores; pero éstos se apoderaron de los criados, golpearon a uno, mataron a otro, y a otro más lo apedrearon.

Envió de nuevo a otros criados, en mayor número que los primeros, y los trataron del mismo modo.

Por último, les mandó a su propio hijo, pensando: ‘A mi hijo lo respetarán’. Pero cuando los viñadores lo vieron, se dijeron unos a otros: ‘Este es el heredero. Vamos a matarlo y nos quedaremos con su herencia’. Le echaron mano, lo sacaron del viñedo y lo mataron.

Ahora díganme: Cuando vuelva el dueño del viñedo, ¿qué hará con esos viñadores?” Ellos le respondieron: “Dará muerte terrible a esos desalmados y arrendará el viñedo a otros viñadores, que le entreguen los frutos a su tiempo”.

Entonces Jesús les dijo: “¿No han leído nunca en la Escritura: La piedra que desecharon los constructores, es ahora la piedra angular.

Esto es obra del Señor y es un prodigio admirable? Por esta razón les digo que les será quitado a ustedes el Reino de Dios y se le dará a un pueblo que produzca sus frutos”.

Al oír estas palabras, los sumos sacerdotes y los fariseos comprendieron que Jesús las decía por ellos y quisieron aprehenderlo, pero tuvieron miedo a la multitud, pues era tenido por un profeta. Palabra del Señor.

Fondo Musical: P. Martin Alejandro Arceo Álvarez

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Mensaje[1]

El misterio del rechazo a Dios. Cómo no pensar, leyendo la parábola de este evangelio, en Jesús y la suerte que corrió en su estancia terrena. Seguimos asombrándonos del rechazo que sufrió Jesús como consecuencia de lo que había vivido y predicado. Él, que tuvo la osadía, llevado de su amor hacia nosotros, de siendo Dios hacerse hombre, llegar hasta nosotros para indicarnos el camino que lleva a la vida y la vida abundante… fue rechazado por las autoridades de su pueblo y por parte de su pueblo, hasta el extremo de clavarle en la cruz de los malditos.

La historia se repite. Se ha repetido a lo largo de estos XXI siglos de cristianismo, donde ha habido y hay personas que rechazan a Jesús, que le matan, que no le dejan entrar en sus vidas. Topamos con el misterio de la libertad humana con la que nos ha adornado nuestro Padre Dios. Pero también, en ese  mismo tiempo, ha habido y hay personas que le han abierto de par en par sus corazones para aceptar su persona, su amor, su luz, su amistad, su camino. Y con gran gozo le siguen diciendo, le seguimos diciendo: “Te seguiré donde quiera que vayas”.

Leyendo esta parábola desde lo que sabemos del rechazo y muerte de Jesús en el siglo I, de manera espontánea, nos surge la inquietud: También nosotros, los hombres del siglo XXI, ¿caeremos en lo mismo, y rechazaremos y mataremos a Jesús?  Aquí chocamos con el misterio de la persona humana, de nuestra libertad, de nuestra ceguera, de nuestras luces, de nuestra pretendida autosuficiencia y nuestra debilidad…un misterio. ¿Cómo podemos rechazar y matar ni más ni menos que a Dios, a su Hijo, que ha tenido la osadía de venir a nuestra tierra a ayudarnos, a sembrar nuestra vida de luz, de amor, de esperanza, de sentido, de felicidad… Ante esta posibilidad, nuestra oración a nuestro Padre Dios debe hacerse más intensa y pedirle que no nos deje cometer la locura de rechazar y matar a su Hijo.


[1] Fray Manuel Santos Sánchez O.P. Convento de Santo Domingo en Oviedo. en www.dominicos.org/predicacion

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