¡Les infundiré mi espíritu y vivirán! Agenda Cuaresmal. Semana V. Domingo.

Inicia tu meditación escuchando este canto. Repítelo en tu corazón

Cristo Jesús – Taizé

Textos bíblicos

Primera Lectura: Ezequiel 37, 12-14

Salmo 129 

Segunda Lectura: Romanos 8, 8-11

Evangelio: Juan 11, 1-45:  Yo soy la resurrección y la vida

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Reflexión

El Evangelio de la resurrección de Lázaro es como una primicia de la Pascua que nos preparamos para vivir. Jesús está lejos de la aldea de sus amigos, Marta, María y Lázaro, cuando le llega la noticia de la muerte de su amigo. Para él es peligroso regresar a Judea -había recibido muchas amenazas-, pero decide ir a casa de su amigo de todos modos: no puede mantenerse alejado del sufrimiento y el drama que está viviendo su amigo Lázaro. 

Pero Jesús no se detiene, su cariño por Lázaro es más fuerte que la resignación de las hermanas; es más sabio que la racionalidad misma, que la evidencia misma de las cosas. El amor del Señor no conoce límites, ni siquiera el de la muerte, sino que quiere lo imposible. Por tanto, aquella tumba no es la morada definitiva de los amigos de Jesús, y grita : «¡Lázaro, sal afuera!». Lázaro escucha y sale. Jesús no habla a un muerto, sino a un vivo, a uno que duerme, quizá por ello grita e invita a los demás a desatarle las vendas. Pero al desatar a Lázaro «muerto», Jesús en verdad desata a cada uno de nosotros de su egoísmo, su frialdad, su indiferencia, de la muerte de los sentimientos. 

Cuando Jesús mismo, amigo del sufrimiento de cada hombre, sea arrebatado por el mal. ¿Sabremos nosotros ser amigos suyos y conmovernos por él? Esta es la decisión de la Cuaresma.

Revisa tu vida: 

Las situaciones de sufrimiento muchas veces nos hacen desistir. Pensemos en dolor de quienes lloran sin consuelo a las víctimas de la violencia y en el desánimo que este flagelo social provoca familias, comunidades y pueblos. ¿Cómo mantener la esperanza cuando parece que el mal y la muerte ganan la batalla?

Propósito:  

Visita a un enfermo

Jaculatoria: 

Perdónanos, Señor, y viviremos

Concluye tu meditación escuchando y apropiándote este canto:

Nada te turbe – Taizé

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