La gloria del Señor llenó el santuario

Tiempo Ordinario

Jueves de la XVIII semana

Textos

Del libro del Éxodo (40, 16-21. 34-38)

En aquellos días, Moisés hizo todo lo que el Señor le había ordenado. El día primero del primer mes del año segundo, se construyó el santuario.

Moisés lo construyó: colocó los pedestales y los tableros, puso los travesaños y levantó las columnas. Después desplegó la tienda por encima del santuario y sobre ella puso, además, un toldo, como el Señor se lo había ordenado.

Colocó las tablas de la alianza en el arca; puso debajo de ella los travesaños y por encima la cubrió con el propiciatorio.

Llevó entonces el arca al santuario y colgó delante de ella un velo para ocultarla, como el Señor se lo había ordenado.

Entonces la nube cubrió la tienda de la reunión y la gloria del Señor llenó el santuario.

Moisés no podía entrar en la tienda de la reunión, pues la nube se había posado sobre ella y la gloria del Señor llenaba el santuario.

Y en todas las etapas, cuando la nube se quitaba de encima del santuario, los hijos de Israel levantaban el campamento, y cuando la nube no se quitaba, se quedaban en el mismo sitio. Durante el día la nube del Señor se posaba sobre el santuario y durante la noche había un fuego que podían ver todos los israelitas desde sus tiendas. Palabra de Dios.

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Mensaje[1]

La «tienda», signo de la presencia de Dios, acompañará al pueblo de Israel a lo largo de su historia. Dios, a través de la «tienda», no solo está cerca, sino que acompañará día tras día los pasos de Israel. Por eso la «tienda» no está hecha siguiendo normas humanas. Es el mismo Dios, quien dicta a Moisés cómo construirla, hasta en los más mínimos detalles, como se indica en los primeros versículos del capítulo.

Ya no era un lugar cualquiera, sino el lugar donde el pueblo se reunía en presencia de Dios mismo para ser el pueblo de la alianza al servicio del diseño de Dios para la salvación de todos los pueblos. Todo se unge con el aceite de consagración, tanto los objetos como Aarón y sus hijos, que eran consagrados para el culto al Señor.

Y todo aquel que se acercaba tenía que purificarse del mal. Al finalizar la consagración, Moisés puso el arca en la tienda con el Testimonio. Se podría decir que él es el garante de que toda la obra se construya  según las indicaciones que da Dios. En aquel momento «la nube cubrió la tienda del encuentro y la gloria del Señor llenó la Morada».

La presencia de la nube mostraba también a los ojos del pueblo la presencia de Dios en aquel lugar. Lo que contiene esta página bíblica encontrará su plena realización cuando «la Palabra se hizo carne y puso su tienda entre nosotros» (Jn 1, 14). Jesús es el lugar de la presencia de Dios entre nosotros. 


[1] Paglia, Vincenzo. La Palabra de Dios cada día – 2023. Edición en español. p. 286.

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