Cuaresma
Martes de la semana V
Textos
† Del evangelio según san Juan (8, 21-30)
En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: “Yo me voy y ustedes me buscarán, pero morirán en su pecado. A donde yo voy, ustedes no pueden venir”. Dijeron entonces los judíos: “¿Estará pensando en suicidarse y por eso nos dice: ‘A donde yo voy, ustedes no pueden venir’?” Pero Jesús añadió: “Ustedes son de aquí abajo y yo soy de allá arriba; ustedes son de este mundo, yo no soy de este mundo. Se lo acabo de decir: morirán en sus pecados, porque si no creen que Yo Soy, morirán en sus pecados”.
Los judíos le preguntaron: “Entonces ¿quién eres tú?” Jesús les respondió: “Precisamente eso que les estoy diciendo. Mucho es lo que tengo que decir de ustedes y mucho que condenar.
El que me ha enviado es veraz y lo que yo le he oído decir a él es lo que digo al mundo”. Ellos no comprendieron que hablaba del Padre.
Jesús prosiguió: “Cuando hayan levantado al Hijo del hombre, entonces conocerán que Yo Soy y que no hago nada por mi cuenta; lo que el Padre me enseñó, eso digo. El que me envió está conmigo y no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que a él le agrada”.
Después de decir estas palabras, muchos creyeron en él. Palabra del Señor.
Fondo Musical: P. Martin Alejandro Arceo Álvarez
Mensaje
Al aproximarse la Semana Santa, somos urgidos cada vez más por la Palabra del Maestro a tomar posición por Él, a comprometernos con Él hasta la muerte para no correr el riesgo de “morir en nuestro pecado” de indiferencia, mediocridad y falta de compromiso verdadero.
En el Evangelio de hoy continuamos leyendo la enseñanza de Jesús en el Templo, vemos cómo comienza a hablar de su próxima partida: «Yo me voy».
Comienzan entonces a escucharse diversas interpretaciones en el auditorio.
La primera vez que Jesús habló de su partida sus adversarios habían pensado que se iba fuera del país; esta vez, piensan que se va a suicidar. La razón de esta segunda interpretación es que agregó: «a donde yo voy, ustedes no pueden ir». En ambos casos se trata de una incomprensión radical. Esta incomprensión perdurará hasta que no se reconozca y acepte su origen divino.
Jesús expresa entonces su origen divino acudiendo a un lenguaje que describe espacios diametralmente opuestos -de abajo, de arriba-: «Ustedes son de aquí abajo y yo soy de allá arriba; ustedes son de este mundo, yo no soy de este mundo» El “arriba” hace referencia al mundo propio de Dios. La actitud de incredulidad ante Jesús excluye a los judíos de este “mundo de arriba”. Por eso, siguen perteneciendo al “mundo de abajo” donde vence la muerte.
Jesús ha venido a transformar esta situación. Su venida al “mundo de abajo” es liberadora. Al mundo de Dios se accede mediante la fe en Jesús.
La pregunta, que los fariseos le vuelven a plantear a Jesús «¿Quién eres tú?» ratifica una vez más su incredulidad y su falta de disposición para escucharlo y acogerlo. Jesús responde “Yo Soy”, apropiándose el nombre de Dios, identificándose con Él.
Ante la obstinación de sus adversarios Jesús apela nuevamente al testimonio del
Padre, que es veraz. Pero como sus oyentes, ni siquiera entienden que Él está hablando del Padre, Jesús los remite a su último signo: su muerte gloriosa en la cruz.