Entendieron que les hablaba de Juan el Bautista

Adviento

Sábado de la II Semana

En aquel tiempo, los discípulos le preguntaron a Jesús: “¿Por qué dicen los escribas que primero tiene que venir Elías?” El les respondió: “Ciertamente Elías ha de venir y lo pondrá todo en orden. Es más, yo les aseguro a ustedes que Elías ha venido ya, pero no lo reconocieron e hicieron con él cuanto les vino en gana. Del mismo modo, el Hijo del hombre va a padecer a manos de ellos”. Entonces entendieron los discípulos que les hablaba de Juan el Bautista. Palabra del Señor.

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El Evangelio narra el breve diálogo de Jesús con sus discípulos después de la transfiguración, mientras descendían del monte Tabor. La conversación versa sobre uno de los protagonistas de la visión, el profeta Elías. 

Los discípulos estaban cada vez más convencidos de que Jesús era el Mesías. Sin embargo, los escribas sostenían que antes que el Mesías debería venir Elías. En efecto, en el libro del profeta Malaquías está escrito: «les enviaré al profeta Elías antes de que llegue el Día del Señor, grande y terrible. Él reconciliará a los padres con los hijos y a los hijos con los padres, y así no vendré a castigar la tierra con el anatema» (Mal 3, 23). 

Jesús confirma a los discípulos esta profecía, pero explica que Elías ya ha venido. No sólo eso, sino que su misma suerte -«hicieron con él cuanto quisieron»- preanuncia la del Hijo del Hombre. Sin embargo, la gente no lo reconoció, es más, lo rechazaron. 

Los discípulos creían que Jesús hablaba del Bautista. Esta página evangélica sugiere que todos necesitamos a alguien que nos prepare también el camino al Señor, una voz que grite en el desierto de este mundo y de nuestros corazones que está llegando alguien que nos ama de verdad. 

Siempre necesitamos a un profeta, a Elías, a un hermano o hermana que hable a nuestros oídos y que toque nuestro corazón para que nos preparemos a acoger al Señor. Entonces, Elías es la Palabra de Dios predicada, es la profecía que sigue hablándonos hoy. Y su palabra, como dice el Sirácida, es similar al fuego: «su palabra quemaba como antorcha».

El rapto de Elías, llevado al cielo en un carro de fuego, quiere significar que la profecía de Dios no muere. Esta continúa hoy en los muchos testigos que, con la palabra y el ejemplo, siguen predicando la urgencia del amor de Dios. A todos se nos pide no cerrar los ojos para ver los «signos de Dios», no cerrar los oídos para escuchar el Evangelio, no cerrar el corazón para acoger al Señor que viene.


[1] Cfr. V. Paglia – Comunidad de Sant’Egidio, La palabra de Dios cada día, 2018, 27-28.

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