Ella se levantó enseguida y se puso a servirles

Tiempo Ordinario

Miércoles de la XXII semana

Textos

En aquel tiempo, Jesús salió de la sinagoga y entró en la casa de Simón. La suegra de Simón estaba con fiebre muy alta y le pidieron a Jesús que hiciera algo por ella. Jesús, de pie junto a ella, mandó con energía a la fiebre, y la fiebre desapareció.

Ella se levantó enseguida y se puso a servirles.

Al meterse el sol, todos los que tenían enfermos se los llevaron a Jesús y él, imponiendo las manos sobre cada uno, los fue curando de sus enfermedades.

De muchos de ellos salían también demonios que gritaban: “¡Tú eres el Hijo de Dios!” Pero él les ordenaba enérgicamente que se callaran, porque sabían que él era el Mesías.

Al día siguiente se fue a un lugar solitario y la gente lo andaba buscando. Cuando lo encontraron, quisieron retenerlo, para que no se alejara de ellos; pero él les dijo: “También tengo que anunciarles el Reino de Dios a las otras ciudades, pues para eso he sido enviado”. Y se fue a predicar en las sinagogas de Judea. Palabra del Señor.

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Este día contemplamos lo que sucedió después de la expulsión del demonio en la sinagoga de Cafarnaúm; el evangelista continúa describiendo la jornada de Jesús, en la que la fuerza de Dios sigue manifestándose como liberación del poder del demonio, del pecado, de la enfermedad y de la muerte, los grandes males que subyugan a la humanidad.

La suegra de Pedro «estaba con fiebre muy alta». Jesús se acerca a ella y la cura, recuperando a la persona entera, le restituye la salud y el gusto por la vida, habilitándola no sólo a valerse por ella misma sino a ponerse al servicio de los demás: «ella se levantó enseguida y se puso a servirles

Cuando la gente se enteró le llevaron más enfermos, a todos los atendió e «imponiendo las manos sobre cada uno, los fue curando de sus enfermedades». Los enfermos y endemoniados representan al hombre que sufre. Las actitudes de Jesús con ellos permiten captar una particularidad que será tema importante en el evangelio: la misericordia.

Hay pequeños detalles, que ordinariamente pasamos por alto, pero que son propios del evangelio de Lucas y que conviene advertir: la delicadeza en el trato, se inclina hasta la personas, entra en contacto con ellas, y su trato es personal, uno por uno. Cada una de estas actitudes se repite frecuentemente en el evangelio y nos dan una pauta del trato que Jesús tiene para con nosotros y del que espera que nosotros tengamos con los demás.

El pasaje termina revelándonos el secreto de Jesús, de su vitalidad, de su ánimo, de su condescendencia y de su misericordia: busca un lugar apartado para hacer oración. Jesús combina perfectamente los afanes de la misión y la oración.

La fama de Jesús se extendía, la gente lo buscaba y trataban de retenerlo, sin embargo Jesús no permite que nadie se posesione de él, su misión es más amplia y la continuará liberarando a las personas de toda opresión en otras ciudades, en las sinagogas de Judea, pues para eso fue enviado.

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