Tiempo Ordinario

Domingo de la IX semana

Un sábado, Jesús iba caminando entre los sembrados, y sus discípulos comenzaron a arrancar espigas al pasar. Entonces los fariseos le preguntaron: “¿Por qué hacen tus discípulos algo que no está permitido hacer en sábado?”

Él les respondió: “¿No han leído acaso lo que hizo David una vez que tuvo necesidad y padecían hambre él y sus compañeros? Entró en la casa de Dios, en tiempos del sumo sacerdote Abiatar, comió de los panes sagrados, que sólo podían comer los sacerdotes, y les dio también a sus compañeros”.

Luego añadió Jesús: “El sábado se hizo para el hombre, y no el hombre para el sábado. Y el Hijo del hombre también es dueño del Sábado”.

Entró Jesús en la sinagoga, donde había un hombre que tenía tullida la mano. Los fariseos estaban esperando a Jesús para ver su curaba en sábado y poderlo acusar. Jesús le dijo al tullido: “Levántate y ponte allí en medio”. Después les preguntó: “¿Qués es lo que  está permitido hacer en sábado, el bien o el mal? ¿Se le puede salvar la vida a un hombre en sábado o hay que dejarlo morir?” Ellos se quedaron callados. Entonces, mirándolos con ira y tristeza, porque no querían entender, le dijo al hombre: “Extiende tu mano”. La extendió, y su mano quedó sana.

Entonces se fueron los fariseos y comenzaron a hacer planes, con los del partido de Herodes, para matar a Jesús.  Palabra del Señor.

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El sábado ha sido instituido para el hombre 

Después de la disputa sobre el ayuno, el evangelista Marcos nos narra la que se refiere al Sábado. Los fariseos ven que los discípulos de Jesús, mientras caminan por un sembrado en día de Sábado, recogen espigas para comerlas, transgrediendo así la ley del reposo del Sábado. El pasaje paralelo de Mateo especifica la razón: los discípulos «sintieron hambre» (Mt 12, 1 ). Inmediatamente los fariseos acusan al Maestro de permitir a los discípulos transgredir la ley. Pero Jesús defiende a sus discípulos poniendo un ejemplo análogo sucedido a David, el cual, huyendo de Saúl que quería matarlo, entró en el templo y comió junto a sus compañeros el pan bendecido reservado a los sacerdotes (1 Sam 21, 2-7). Y Jesús añade: «El sábado ha sido instituido para el hombre y no el hombre para el sábado». 

Con esta afirmación Jesús quiere mostrar lo que verdaderamente cuenta en la ley: no la observancia formal sino la salvación del hombre. El hombre y su salvación están en el corazón mismo de las Escrituras. En efecto, el Señor ha creado el mundo y ha enviado a su propio Hijo por amor del hombre, para salvarlo del pecado y de la muerte. 

El creyente, en consecuencia, no está llamado tanto a observar reglas como a responder al amor de Dios y a vivir con amor hacia los demás. Esta página evangélica manifiesta cuánto le importa a Jesús la salvación del hombre. Él ha venido a la tierra para esto, como escribe el evangelista Juan: «Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna» (Jn 3, 16). He aquí por qué el Hijo del hombre es Señor también del Sábado. Él ha venido para salvar, no para condenar. Y a cada uno de nosotros nos pide que le sigamos por este camino, el del amor que salva. (Paglia (2018), p. 64-65)


[1] Paglia V. La Palabra de cada día, 2018. pp.64-65,

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