¡El hombre se fija en las apariencias, Dios en los corazones! Agenda Cuaresmal. Semana IV. Domingo.

Inicia tu meditación escuchando este canto. Repítelo en tu corazón

Cristo Jesús – Taizé

Textos bíblicos

Primera Lectura: 1 Samuel 16, 1.6-7

Salmo 22 

Segunda Lectura: Efesios 5, 8-14

Evangelio: Juan 9, 1-41: Fue, se lavó y volvió con vista

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Reflexión

La alegría del ciego de nacimiento que vuelve a ver es la alegria que nos pide la liturgia. 

Aquel hombre había nacido ciego y estaba sentado al borde del camino pidiendo limosna. Su destino estaba sellado. Para él la felicidad era poca cosa: cuando alguien se paraba y le echaba una moneda. Jesús, apenas ve al ciego se detiene. Los discípulos discuten: «Rabbí, ¿quién pecó, él o sus padres, para que haya nacido ciego?». Aquel ciego era un caso sobre el que entablar una disputa. 

Pero Jesús lo mira con los ojos del corazón y aclara secamente: «Ni él pecó ni sus padres». Muestra así cómo Dios mira a aquel ciego. Jesús lo mira, se conmueve, se le acerca y lo toca. Y lo hace con un gesto no distraído sino pensado, muy concreto: coge un poco de tierra, y tras humedecerla con la saliva se la unta en los ojos. Es la mano del mismo Dios, la que formó al hombre en la creación, que continúa regenerándolo. Y cuando Jesús le dijo que fuera a lavarse a la piscina de Siloé, sin demorarse obedeció y lo hizo.  El milagro no fue un gesto mágico: se cumplió mediante aquel gesto de ternura de la mano de Jesús, unido a la obediencia del ciego a la palabra que se le había dirigido..

El Señor, cuando nos encuentra -como hizo con aquel ciego- nos pone preguntas nuevas, nos pide compromisos nuevos. Son demandas de amor, invitaciones a crecer en el seguimiento. Le pregunta: «¿Tú crees en el Hijo del hombre?». Jesús busca un amigo, quiere un discípulo que amar, un compañero con el que cambiar el mundo. El ciego respondió: «¿Y quién es, Señor, para que crea en él?». Es la pregunta de la Cuaresma: conocer más a Jesús, contemplar más su rostro, dejarnos tocar más por su amor. Desde el Evangelio escuchamos la respuesta: «El que está hablando contigo, ese es».

Revisa tu vida: 

¿Cuáles son tus cegueras? ¿Qué es lo que no quieres ver? A la luz del evangelio ¿Cómo puedes recuperar la vista?

Propósito: 

Lleva la luz de la Palabra de Dios a alguna situación oscura o difícil de tu vida-Pde la gracia de poder ver esa situación con una mirada de esperanza.

Jaculatoria: 

El Señor es mi pastor, nada me faltará

Concluye tu meditación escuchando y apropiándote este canto:

Nada te turbe – Taizé

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