Dios hará surgir un reino que jamás será destruido

Tiempo Ordinario

Martes de la XXXIV semana

En aquellos días, Daniel le dijo al rey Nabucodonosor: “Tú, rey, has tenido esta visión: viste delante de ti una estatua, una estatua gigantesca, de un brillo extraordinario y de aspecto imponente. La cabeza de la estatua era de oro puro; el pecho y los brazos, de plata; el vientre y los muslos, de bronce; las piernas, de hierro; y los pies, de hierro mezclado con barro.

Tú la estabas mirando, cuando de pronto una piedra que se desprendió del monte, sin intervención de mano alguna, vino a chocar con los pies de hierro y barro de la estatua y los hizo pedazos.

Entonces todo se hizo añicos: el hierro, el barro, el bronce, la plata y el oro; todo quedó como el polvo que se desprende cuando se trilla el grano en el verano y el viento se lo lleva sin dejar rastro. Y la piedra que había golpeado la estatua se convirtió en un gran monte, que llenó toda la tierra.

Este fue tu sueño y ahora te lo voy a interpretar. Tú, rey de reyes, a quien el Dios del cielo ha dado el reino y el poder, el dominio y la gloria, pues te ha dado poder sobre todos los hombres, sobre las bestias del campo y las aves del cielo, para que reines sobre ellos, tú eres la cabeza de oro.

Después de ti surgirá un reino de plata, menos poderoso que el tuyo. Después vendrá un tercer reino, de bronce, que dominará toda la tierra. Y habrá un cuarto reino, fuerte como el hierro; así como el hierro destroza y machaca todo, así él destrozará y aplastará a todos. Los pies y los dedos de hierro mezclado con barro que viste, representan un reino dividido; tendrá algo de la solidez del hierro, porque viste el hierro mezclado con el barro.

Los dedos de los pies, de hierro y de barro, significan un reino al mismo tiempo poderoso y débil. Y el hierro mezclado con el barro quiere decir que los linajes se mezclarán, pero no llegarán a fundirse, de la misma manera que el hierro no se mezcla con el barro.

En tiempo de estos reyes, el Dios del cielo hará surgir un reino que jamás será destruido, ni dominado por ninguna otra nación. Destruirá y aniquilará a todos estos reinos y él durará para siempre. Eso significa la piedra que has visto desprenderse del monte, sin intervención de mano humana, y que redujo a polvo el barro, el hierro, el bronce, la plata y el oro.

El Dios grande ha manifestado al rey lo que va a suceder.

El sueño es verdadero, y su interpretación, digna de crédito”. Palabra de Dios.

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El segundo capítulo del libro de Daniel nos describe el sueño del rey babilonio Nabucodonosor. En este libro, sueño y visión manifiestan el secreto de la historia, que solo se puede comprender a través del Señor. Ya en la historia de José en Egipto (Gn 37-41) el sueño se había convertido en la manera a través de la cual Dios revelaba al sabio fiel suyo el sentido de la historia, que es difícil de comprender sin ser fiel al Señor, sin ser familiar suyo.

También en el Evangelio de Mateo el sueño será el camino a través del cual Dios revelará a José lo que le va a pasar a Jesús. el rey Nabucodonosor sueña en una estatua enorme hecha de varios materiales: oro, plata, bronce, hierro y piedra. Estos materiales representan los distintos imperios que se suceden entre los siglos VII a IV antes de Cristo: babilonios, medas, persas y griegos.

Solo el hombre de Dios, el sabio que acoge su palabra, puede explicar el sueño del rey, pues la sabiduría viene de Dios. Su palabra ayuda a discernir los signos de los tiempos, ayuda a entrar en la historia y ayuda a comprenderla. En babilonia ninguno de los sabios fue capaz de entender aquel sueño. «Hay un Dios en el cielo, que revela los misterios», le dice Daniel al rey. Aquel que confía en el Señor puede comprender la evolución de la historia y puede también mirar al futuro.


[1] Paglia, Vincenzo. La Palabra de Dios cada día – 2023. Edición en español. pp. 407-408.

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