Pascua
Jueves de la VI semana
Textos
† Del evangelio según san Juan (16, 12-15)
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Dentro de poco tiempo ya no me verán; y dentro de otro poco me volverán a ver”. Algunos de sus discípulos se preguntaban unos a otros: “¿Qué querrá decir con eso de que: ‘Dentro de poco tiempo ya no me verán, y dentro de otro poco me volverán a ver’, y con eso de que: ‘Me voy al Padre’?” Y se decían: “¿Qué significa ese ‘un poco’? No entendemos lo que quiere decir”.
Jesús comprendió que querían preguntarle algo y les dijo: “Están confundidos porque les he dicho: ‘Dentro de poco tiempo ya no me verán y dentro de otro poco me volverán a ver’. Les aseguro que ustedes llorarán y se entristecerán, mientras el mundo se alegrará. Ustedes estarán tristes, pero su tristeza se transformará en alegría”. Palabra del Señor.
Fondo Musical: P. Martin Alejandro Arceo Álvarez
Mensaje[1]
Jesús consuela a los suyos de la tristeza por su partida. Les asegura que esa tristeza durará poco: «Dentro de poco tiempo ya no me verán; y dentro de otro poco me volverán a ver». ¿Qué significan estas enigmáticas afirmaciones de Jesús? Se refiere a los dos tiempos a los que Jesús está a punto de dar cumplimiento. El primero se refiere a su vida terrena, que está a punto de acabar; el segundo se refiere a su vida gloriosa, inaugurada con la resurrección. Su retorno posterior no se limita a las apariciones pascuales, sino que se prolonga en el corazón de los creyentes mediante su presencia en ellos.
Las palabras del Maestro no son comprendidas por los discípulos, que se plantean varias preguntas. Jesús, que conoce a los suyos por dentro y los acontecimientos que les esperan, intenta remover, a partir de las preguntas que le plantean, su tristeza, infundiéndoles la confianza en él con una nueva revelación: «su tristeza se transformará en alegría». La comunidad cristiana tendrá que hacer frente a todo un cúmulo de pruebas. Especialmente cuando le sea arrebatado el Esposo. Con su muerte, experimentará el llanto, la aflicción y el desconcierto, mientras que el mundo se sentirá alegre pensando que ha extirpado el mal. Estos momentos serán, para la comunidad, momentos de duda, de oscuridad y de silencio de Dios. Pero la historia se tomará su revancha y, cuando esto llegue, la comunidad de los discípulos experimentará el gozo. Jesús no habla de sus sufrimientos -y tenía motivos para ello-, sino que piensa en los suyos más que en él, como el buen pastor en su rebaño.
[1] G. Zevini – P.G. Cabra – M. Montes, Lectio divina para cada día del año., IV, 368-369.