Pascua
Sábado de la VI semana
Textos
† Del evangelio según san Juan (16, 23-28)
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Yo les aseguro: cuanto pidan al Padre en mi nombre, se lo concederá. Hasta ahora no han pedido nada en mi nombre. Pidan y recibirán, para que su alegría sea completa.
Les he dicho estas cosas en parábolas; pero se acerca la hora en que ya no les hablaré en parábolas, sino que les hablaré del Padre abiertamente. En aquel día pedirán en mi nombre, y no les digo que rogaré por ustedes al Padre, pues el Padre mismo los ama, porque ustedes me han amado y han creído que salí del Padre. Yo salí del Padre y vine al mundo; ahora dejo el mundo y vuelvo al Padre”. Palabra del Señor.
Fondo Musical: P. Martin Alejandro Arceo Álvarez
Mensaje[1]
El fragmento subraya el tema de la oración. La nueva era predicha por el Señor a los suyos consistirá en la comprensión de la relación recíproca que existe entre el Padre y el Hijo y en la manifestación de Jesús con el don de la oración eficaz, porque él es el único camino para la oración dirigida a Dios.
Los discípulos no estaban acostumbrados a orar en el nombre de Jesús. Ahora, sin embargo, por medio del Espíritu Santo enviado por el Padre, se ha inaugurado un tiempo nuevo en el que se pueden dirigir al Padre en el nombre de Jesús, porque su Señor, en virtud de su paso al Padre, se ha convertido en el verdadero mediador entre Dios y el hombre.
En consecuencia, Jesús, prosiguiendo el diálogo con sus discípulos, realiza una constatación sobre el pasado y, a continuación, proyecta una mirada sobre el futuro.
Por lo que se refiere al pasado, que abarca toda su vida terrena, afirma que se ha servido de palabras y de imágenes que encerraban un significado profundo que ellos nos comprendían con frecuencia.
Por lo que se refiere al futuro, desde el acontecimiento de la pascua en adelante, sus palabras dejarán de tener velos y llegarán al fondo de sus corazones. En efecto, con la venida del Espíritu después de la pascua se inicia la nueva era en la que Jesús hablará abiertamente y todos podrán comprender la verdad sobre el Padre y lo que él pretende hacer conocer a los hombres.
En la oración es donde los discípulos conocerán la íntima relación que existe entre Jesús y el Padre, y la de éstos con ellos. A continuación serán escuchados, porque existirá un entendimiento perfecto en el amor y en la fe con Cristo, con el que serán casi una sola cosa. Más aún, serán escuchados porque son amados por el mismo Padre a causa de su fe en el misterio de la encarnación del Hijo. La Palabra de Jesús es una palabra de vida que merece ser custodiada en el corazón.
[1] G. Zevini – P.G. Cabra – M. Montes, Lectio divina para cada día del año., IV, 382-383.