Cuando venga el Espíritu de verdad…

Pascua

Miércoles de la VI semana

Textos

† Del evangelio según san Juan (16, 12-15)

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Aún tengo muchas cosas que decirles, pero todavía no las pueden comprender. Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él los irá guiando hasta la verdad plena, porque no hablará por su cuenta, sino que dirá lo que haya oído y les anunciará las cosas que van a suceder.

El me glorificará, porque primero recibirá de mí lo que les vaya comunicando. Todo lo que tiene el Padre es mío.

Por eso he dicho que tomará de lo mío y se lo comunicará a ustedes”. Palabra del Señor.

Fondo Musical: P. Martin Alejandro Arceo Álvarez

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Mensaje[1]

El Evangelio que hemos escuchado reproduce algunas de las palabras que Jesús dijo a los discípulos durante la última cena. ¡Cuántas cosas tenía que decirles antes de dejarlos! Y no le quedaba mucho tiempo. Y encima los discípulos no eran capaces de comprenderlas cabalmente. 

Con todo, los tranquilizó: «cuando venga el Espíritu de verdad, él los irá guiando hasta la verdad plena, porque no hablará por su cuenta, sino que dirá lo que haya oído y les anunciará las cosas que van a suceder». 

El Espíritu llevará a los discípulos hasta el corazón de Dios, el mundo de Dios, la vida de Dios, que es una vida de comunión de amor entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. El Dios de Jesús (¿cuántos cristianos creen realmente en este Dios?) no es no es un ente individual, aunque poderoso y majestuoso. El Dios de Jesús es una «familia» de tres personas; y se podría decir que su unidad es fruto del amor que los une. Podríamos decir que se quieren tanto que son una sola cosa. Esta increíble «familia» entró en la historia de los hombres para llamarlos a todos a formar parte de ella.

¡Sí! Todos son llamados a formar parte de esta singularísima «familia de Dios». Al principio y al final de la historia encontramos esta comunión del Padre, del Hijo y del Espíritu. El horizonte trinitario nos abraza a todos, no excluye a nadie. Por eso decimos que el «amor» es el mismo nombre de Dios y es la verdad profunda de la creación. Dicho horizonte «trinitario» es el desafio más apremiante al que debe hacer frente hoy la Iglesia, todas las Iglesias; más aún: todas las religiones y todos los hombres. Es el desafio de vivir el amor con todos, con los hombres y las mujeres, con todos los pueblos de la tierra. Sabiendo que donde hay amor, allí está Dios. 


[1] V. Paglia – Comunidad de Sant’Egidio, La palabra de Dios cada día, 2019, 219.

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