¿Cuándo llegará el Reino de Dios?

Tiempo Ordinario

Jueves de la XXXII semana

En aquel tiempo, los fariseos le preguntaron a Jesús: “¿Cuándo llegará el Reino de Dios?” Jesús les respondió: “El Reino de Dios no llega aparatosamente. No se podrá decir: ‘Está aquí’ o ‘Está allá’, porque el Reino de Dios ya está entre ustedes”.

Les dijo entonces a sus discípulos: “Llegará un tiempo en que ustedes desearán disfrutar siquiera un solo día de la presencia del Hijo del hombre y no podrán. Entonces les dirán: ‘Está aquí’ o ‘Está allá’, pero no vayan corriendo a ver, pues así como el fulgor del relámpago brilla de un extremo a otro del cielo, así será la venida del Hijo del hombre en su día. Pero antes tiene que padecer mucho y ser rechazado por los hombres de esta generación”. Palabra del Señor.

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El pasaje del evangelio al que pertenece el fragmento que acabamos de leer, constituye una especie de «pequeño apocalipsis lucano» que se ocupa de la cuestión de la venida del Reino de Dios y del Hijo del hombre.

Ya está cerca Jerusalén, la meta del viaje de Jesús, y los discípulos «creían que el Reino de Dios debía manifestarse de un momento a otro» (Lc 19,11). Sin embargo, son los fariseos quienes interrogan a Jesús respecto al «cuándo»: tras la experiencia del exilio de Babilonia (cf Jr 25,11; 29,10) lo esperaban evaluando los tiempos y los signos (cf Dn 9,2; 12,lss). 

En lo que respecta al Hijo del hombre, hay que mantener un discurso análogo. Con todo, tanto en un caso como en el otro -y ésta es la advertencia de Jesús- nadie puede decir: «Está aquí o está allí». Es una invitación a acoger el Reino que ya está presente «entre ustedes», en la persona de Cristo, aunque no sea fácil reconocer la visita del Señor dentro de la historia, en los acontecimientos. 

Por lo que se refiere al retorno escatológico de Cristo, se llevará a cabo de improviso -especialmente para los que los sorprenda sin estar preparados-, pero será visible «desde un punto a otro del cielo». Ahora bien, antes es preciso que se cumpla el tiempo de la pasión y del rechazo por parte de los hombres. Hemos de recorrer todos los días de la vida, con su carga de sufrimientos y contradicciones: no puede haber historia de la salvación fuera de la misma historia.


[1] G. Zevini – P.G. Cabra, Lectio divina para cada día del año.12., 321-322.

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