¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?

Tiempo Ordinario

Jueves de la IX semana

En aquel tiempo, uno de los escribas se acercó a Jesús y le preguntó: “¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?” Jesús le respondió: “El primero es: Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor; amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. El segundo es éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay ningún mandamiento mayor que éstos”.

El escriba replicó: “Muy bien, Maestro. Tienes razón, cuando dices que el Señor es único y que no hay otro fuera de él, y amarlo con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, vale más que todos los holocaustos y sacrificios”.

Jesús, viendo que había hablado muy sensatamente, le dijo: “No estás lejos del Reino de Dios”. Y ya nadie se atrevió a hacerle más preguntas. Palabra del Señor.

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Mensaje[1]

El Señor, nuestro Dios, es el único Señor, Y hay que amarlo 

Este pasaje del Evangelio de Marcos se enmarca dentro del ministerio de Jesús en Jerusalén. En medio de la hostilidad de los jefes del pueblo, que se hace cada vez_ más peligrosa, aparece la pregunta sincera de un escriba que se dirige a Jesús y le pregunta. «¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?». Los escribas en general eran buenos conocedores de la Ley, pero esta vez uno se acerca al Maestro no para ponerlo a prueba, sino para aprender de él una enseñanza que consideraba de veras importante para su vida. 

Era un escriba sabio, porque nadie puede ser maestro de sí mismo· todos tenemos necesidad de preguntar al Señor el sentido verdadero de las Escrituras para nuestra vida. Por desgracia nos olvidamos fácilmente de escuchar las Escrituras, de recogemos en oración, pensando que sabemos bien qué hacer y cómo vivir. Pero de ese modo somos víctimas del pecado de la autosuficiencia: pensamos poder prescindir del Señor y su palabra. Hoy se nos presenta este escriba y se dirige a Jesús también en nuestro nombre. Preguntemos a Jesús: «Maestro, ¿cuál es el corazón del Evangelio?». Jesús nos responde también a nosotros que el «primer mandamiento» es doble: amar a Dios y amar al prójimo. Son dos amores inseparables; es más, forman un solo amor, una sola cosa. 

El apóstol Juan escribe: «Quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve» (l Jn 4, 20). Jesús, que ha amado a Dios sobre todas las cosas, más que a su propia vida, y que igualmente ha amado a los hombres por encima de todo, más que a su vida, nos ofrece el ejemplo más alto del cumplimiento del «primer» mandamiento. Que es de hecho el único. Es cierto que el doble mandamiento viene precedido de una invitación, del que es la premisa: «El primero es: Escucha, Israel». Nos encontramos de nuevo con todo lo que hemos leído en los días precedentes, y que se nos vuelve a proponer de forma continuada en este tiempo de Cuaresma: la necesidad de la escucha de Dios que nos habla. 

Quien no le escucha sentirá sólo el ruido de sí mismo, y no podrá vivir plenamente el mandamiento del amor. Sólo el que escucha el Evangelio, como hace María, podrá vivir en plenitud la fuerza de la fe. Aquel escriba, satisfecho de la respuesta de Jesús, escucha cómo éste le dice que no está lejos del reino de Dios. Nosotros tenemos mucho más que aquel escriba; aprendamos de él al menos su disponibilidad para preguntar y su prontitud en el responder. 


[1] Cf. Paglia, V., La Palabra de cada día, 2018. P. 127-128

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