Cristo se hizo pobre por ustedes

Tiempo ordinario

Martes de la XI semana

Textos

De la segunda carta del apóstol san Pablo a los corintios (8, 1-9)

Hermanos: Queremos que conozcan la gracia que ha otorgado Dios a las comunidades cristianas de Macedonia. Pues, en medio de las pruebas y de los sufrimientos, ha sido inmensa su alegría, y su extrema pobreza ha producido tesoros de generosidad. Somos testigos de que han hecho lo que podían y más de lo que podían; espontáneamente nos pedían con mucha insistencia el favor de participar en la ayuda a los hermanos.

Y superando nuestras esperanzas, se pusieron ellos mismos a disposición del Señor y de nosotros, tal como Dios lo quería, de suerte que tuvimos que pedirle a Tito que concluyera entre ustedes esta obra de generosidad, puesto que él la había comenzado.Y ya que ustedes se distinguen en todo: en fe, en palabra, en sabiduría, en diligencia para todo y en amor hacia nosotros, distínganse también ahora por su generosidad. No se lo estamos ordenando; sólo queremos comprobar, mediante su interés por los demás, qué tan sincero es su amor. Bien saben lo generoso que ha sido nuestro Señor Jesucristo, que siendo rico, se hizo pobre por ustedes, para que ustedes se hicieran ricos con su pobreza. Palabra de Dios.

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Mensaje[1]

Pablo sentía una deuda de agradecimiento con la comunidad «madre» de Jerusalén, que estaba pasando un momento especialmente difícil. También nosotros -con un salto de dos mil años- deberíamos sentir una deuda parecida ante el drama que está sufriendo la tierra de Jesús. 

Pablo había organizado una colecta en las comunidades que él había fundado, demostrando así una justa solidaridad de las demás comunidades tanto con la de Jerusalén como con los apóstoles.

La fraternidad cristiana – como ya se veía en los «compendios» de los Hechos de los Apóstoles que describen la vida de la comunidad- incluía también ayuda concreta. Participar en la colecta, tal como había hecho la comunidad de Macedonia, que era más bien pobre, significaba participar en una gracia extraordinaria porque el amor hacia los necesitados enriquecen  más aquellos que dan que a aquellos que reciben.

Además, Jesús mismo había dicho, según cuanto dice Pablo a los ancianos de Éfeso: «Mayor felicidad hay en dar que en recibir» (Hch 20,35). Los macedonios habían comprendido el sentido del amor evangélico: no dieron solo las ofrendas, sino que -como dice Pablo- «Superando nuestras esperanzas, se entregaron a sí mismos, primero al Señor y luego a nosotros, por voluntad de Dios» (v. 5).

El apóstol los representa como un modelo de solidaridad. Para los cristianos el mandamiento del amor proviene del ejemplo mismo de Jesús que «siendo rico, por vosotros se hizo pobre a fin de enriqueceros con su pobreza». Los discípulos deben mirar al Señor para que se haga realidad aquel intercambio de dones que no deja a nadie en la indigencia.


[1] Paglia, Vincenzo. La Palabra de Dios cada día – 2023. Edición en español. p. 241.

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