Tiempo ordinario
Martes de la X semana
Textos
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1, 18-22)
Hermanos: Dios es testigo de que la palabra que les dirigimos a ustedes no fue primero “sí” y luego “no”. Cristo Jesús, el Hijo de Dios, a quien Silvano, Timoteo y yo les hemos anunciado, no fue primero “sí” y luego “no”.
Todo él es un “sí”. En él, todas las promesas han pasado a ser realidad. Por él podemos responder “Amén” a Dios, quien a todos nosotros nos ha dado fortaleza en Cristo, y nos ha consagrado.
Nos ha marcado con su sello y ha puesto el Espíritu Santo en nuestro corazón, como garantía de lo que vamos, a recibir.
Palabra de Dios.
Mensaje[1]
La relación de Pablo con la comunidad de Corinto fue bastante compleja y cargada de tensiones y desilusiones, así como también de algunas sorpresas gratas y amables esperanzas.
Por eso nos extraña que la comunicación epistolar entre el apóstol fundador de esta iglesia de Corinto y la comunidad por él fundada resultara también compleja y llena de situaciones que comprendemos bien en sus líneas generales pero cuyos detalles a veces se nos escapan.
Cuando el apóstol habla, por ejemplo, del consuelo de Dios o cuando dice, como hemos escuchado en el texto de hoy: «nuestras palabras no son hoy sí y mañana no», seguramente está aludiendo a reproches, indirectas o murmuraciones que ciertamente dificultaron su labor apostólica y le propinaron más de una amargura o disgusto.
Es bueno conservar esta escala «real» al recordar las condiciones en que nació el cristianismo, para no idealizar a seres humanos que, como nosotros, vivieron sus propias dificultades y produjeron sus propias decepciones. A veces sucede, en efecto, que cuando hablamos de «los primeros cristianos» dejamos volar una especie de romanticismo espiritual que no ayuda a comprender cuál es el verdadero lugar de la fidelidad y de la gracia de Dios en la vida de ellos y en nuestra propia vida.En el breve pasaje de hoy en la primera lectura, por ejemplo, Pablo desea mostrar el fundamento de su propio testimonio apostólico en la indubitable fidelidad de Dios. En Cristo se han cumplido «todas las promesas»; en él halla cimiento nuestra esperanza; en él es posible también para nosotros encontrar una fuente, una razón y una base para ser fieles
[1] Fray Nelson Medina, Homilias, Tiempo Ordinario, Año Impar, Semana No. 10, Martes [Casa para tu fe católica]