A esta generación se le pedirán cuentas…

Tiempo Ordinario

Jueves de la XXVIII semana

En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos y doctores de la ley: “¡Ay de ustedes, que les construyen sepulcros a los profetas que los padres de ustedes asesinaron! Con eso dan a entender que están de acuerdo con lo que sus padres hicieron, pues ellos los mataron y ustedes les construyen el sepulcro. Por eso dijo la sabiduría de Dios: Yo les mandaré profetas y apóstoles, y los matarán y los perseguirán, para que así se le pida cuentas a esta generación de la sangre de todos los profetas que ha sido derramada desde la creación del mundo, desde la sangre de Abel hasta la de Zacarías, que fue asesinado entre el atrio y el altar. Sí, se lo repito: a esta generación se le pedirán cuentas.

¡Ay de ustedes, doctores de la ley, porque han guardado la llave de la puerta del saber! Ustedes no han entrado, y a los que iban a entrar les han cerrado el paso”.

Luego que Jesús salió de allí, los escribas y fariseos comenzaron a acosarlo terriblemente con muchas preguntas y a ponerle trampas para ver si podían acusarlo con alguna de sus propias palabras. Palabra del Señor.

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En el evangelio de hoy Jesús concluye las invectivas contra los fariseos y los maestros de la ley; leemos las dos últimas dirigidas a los expertos en la interpretación de la ley de Moisés; orgullosos de si mismos por pertenecer al pueblo elegido. 

Jesús les hace ver cómo el pueblo elegido había asesinado a los profetas de Dios; los contemporáneos de Jesús lo ratifican atacándolo furiosamente y al final lo matan a Él también. Nuestra generación también comete actos indecibles de crueldad y opresión contra personas y contra pueblos inocentes. 

La historia de la humanidad tiene muchos ejemplos de gente profética que sufre la muerte por defender la verdad. El mismo Jesús la sufrió, por el rechazo a su mensaje. Es una gran libertad estar abiertos a la verdad, y no encerrados en nuestros propios prejuicios.

Jesús les reprocha además haberse quedado con la llave del saber, sin permitir que el conocimiento abra su corazón a Dios, pero lo más grave es que tampoco lo han permitido a otros. Es una acusación terrible, tener conocimiento, no aprovecharlo, no quererlo compartir y utilizarlo para fines diversos al bien y a la verdad.

El encuentro de Jesús con los fariseos no acaba bien, al salir de la casa lo acosaban con preguntas, poniéndole trampas, para que sus respuestas dieran pie a poder acusarlo. Los encargados de defender el cumplimiento de la Ley la usan como arma para atacar a otros y salvarse a si mismos.

Para nosotros Jesús es la clave del conocimiento, al contemplarlo en el pasaje que consideramos pidámosle la gracia de crecer en sabiduría, de tener la valentía para no hacer componendas con quienes se apartan de la justicia y del derecho y nos conceda fortaleza para sobrellevar la animadversión de quienes se sienten amenazados por nosotros cuando optamos por la verdad.

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