Tiempo Ordinario
Martes de la XXXIV semana
Textos
† Del evangelio según san Lucas (21, 5-11)
En aquel tiempo, como algunos ponderaban la solidez de la construcción del templo y la belleza de las ofrendas votivas que lo adornaban, Jesús dijo: “Días vendrán en que no quedará piedra sobre piedra de todo esto que están admirando; todo será destruido”.
Entonces le preguntaron: “Maestro, ¿cuándo va a ocurrir esto y cuál será la señal de que ya está a punto de suceder?” El les respondió: “Cuídense de que nadie los engañe, porque muchos vendrán usurpando mi nombre y dirán: ‘Yo soy el Mesías.
El tiempo ha llegado’. Pero no les hagan caso. Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones, que no los domine el pánico, porque eso tiene que acontecer, pero todavía no es el fin”.
Luego les dijo: “Se levantará una nación contra otra y un reino contra otro. En diferentes lugares habrá grandes terremotos, epidemias y hambre, y aparecerán en el cielo señales prodigiosas y terribles”. Palabra del Señor.
Fondo Musical: P. Martin Alejandro Arceo Álvarez
Es el comienzo del «discurso escatológico» del evangelio de Lucas. Jesús se encuentra en el templo, donde enseña públicamente, y ha tenido ya algunas disputas con los maestros de la Ley y con los saduceos.
Su discurso se apoya precisamente en la admiración que le produce la belleza del templo. La predicción es drástica y fulminante: «Días vendrán…», hasta tal punto que provoca en sus oyentes la inmediata petición de signos premonitorios. La respuesta de Jesús pone primero en guardia contra los falsos signos que pueden inducir a engaño a los discípulos y, a continuación, predice la persecución como signo inequívoco.
«Cuídense de que nadie los engañe»: se trata de un verbo típico de la terminología apocalíptica. Son muchos, en efecto, los que hablarán en nombre de Jesús, pero lo harán en falso; por eso las guerras y revoluciones no deberán asustar a los discípulos.
Lucas escribe en una época en la que el «retraso de la parusía» supone ya un problema para la comunidad, que padece persecuciones y desgracias, pero no sabe cuándo vendrá el fin: de ahí que sea necesario reforzar la paciencia y la esperanza y tranquilizar respecto al cumplimiento del futuro.
Todo esto, dice Jesús, deberá suceder antes del fin, pero el fin no «vendrá inmediatamente». La descripción de los acontecimientos que precederán al fin es incluso detallada, para hacer entrever la posibilidad de un tiempo intermedio (el tiempo de la Iglesia) muy largo, en el que la comunidad deberá perseverar en el testimonio.
[1] G. Zevini – P.G. Cabra, Lectio divina para cada día del año.12., 399-400.