Contempló la ciudad y lloró por ella

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Tiempo Ordinario

Jueves de la XXXIII semana

Textos

† Del evangelio según san Lucas (19, 41-44)

En aquel tiempo, cuando Jesús estuvo cerca de Jerusalén y contempló la ciudad, lloró por ella y exclamó: “¡Si en este día comprendieras tú lo que puede conducirte a la paz! Pero eso está oculto a tus ojos. Ya vendrán días en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán y te atacarán por todas partes y te arrasarán. Matarán a todos tus habitantes y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no aprovechaste la oportunidad que Dios te daba”. Palabra del Señor.

Fondo Musical: P. Martin Alejandro Arceo Álvarez

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Mensaje[1]

El lamento de Jesús por Jerusalén, muy arcaico en el tono y en la lengua, parece remontarse a una fuente muy próxima al Jesús histórico. Es uno de los poquísimos episodios en los que Jesús llora, mostrando la profunda humanidad de sus sentimientos. 

El destino de la ciudad santa, que simboliza el destino de todo el pueblo, es considerado como el cumplimiento de una voluntad superior, de un juicio divino ineluctable para el camino de la paz:  «eso está oculto a tus ojos».

El lenguaje escatológico de Jesús, que recuerda las invectivas proféticas, contrapone «este día», el de la posible salvación, a los «días» del juicio que vendrán. Salvación y juicio se conjugan en la expresión «porque no aprovechaste la oportunidad que Dios te daba» en su raíz hebrea tiene varios significados, entre ellos «gracia». 

La destrucción de Jerusalén es claramente una profecía ex eventu, es decir hecha en fecha posterior a un acontecimiento. Lucas escribe después del año 70. Sin embargo, eso no disminuye su valor: Jesús fue ejecutado, como ya lo habían sido muchos profetas, también a causa de sus palabras sobre la suerte del templo y del pueblo (cf Mt 26,61). El episodio tiene valor no como demostración de una capacidad adivinatoria, sino como clave de lectura para interpretar el significado de la historia vivida por la comunidad a la que se dirige el evangelista.


[1] G. Zevini – P.G. Cabra, Lectio divina para cada día del año.12., 369-370.

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