Tiempo Ordinario
Jueves de la III semana
Textos
† Del evangelio según san Marcos (4, 21-25)
En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: “¿Acaso se enciende una vela para meterla debajo de una olla o debajo de la cama? ¿No es para ponerla en el candelero? Porque si algo está escondido, es para que se descubra; y si algo se ha ocultado, es para que salga a la luz.
El que tenga oídos para oír, que oiga”. Siguió hablándoles y les dijo: “Pongan atención a lo que están oyendo.
La misma medida que utilicen para tratar a los demás, esa misma se usará para tratarlos a ustedes, y con creces. Al que tiene, se le dará; pero al que tiene poco, aun eso poco se le quitará”. Palabra del Señor.
Mensaje[1]
Esta página del Evangelio recoge cuatro frases que el evangelista ha unido, inscribiéndolas en el horizonte de la escucha y la eficacia de la Palabra de Dios: «pongan atención a lo que están oyendo», dice Jesús, refiriéndose quizás a la parábola del sembrador, y por tanto a la dimensión misionera que se desprende de esta escucha.
La fe debe tener una fuerza comunicativa. Una comunidad que se cierra en sí misma, que es feliz de estar en su propio recinto, es como quien pone una lámpara bajo una olla. Y el propio Jesús es el primero que da el ejemplo. La luz que ha llegado al mundo ya no está «debajo de una olla» sino sobre el candelero; y las muchedumbres lo han notado tanto que desde todos lados se apresuran para ser iluminadas en su camino.
La imagen de la luz que existe para iluminar a los demás, ciertamente no a sí misma, describe bien la vida de Jesús. Él, la verdadera luz que ilumina a todo hombre, como escribe Juan en el prólogo del cuarto Evangelio, no ha venido para sí mismo, no se ha encarnado para realizarse a sí mismo, ni siquiera para afirmar su propio proyecto personal.
Jesús ha venido a la tierra para iluminar los pasos de los hombres hacia la salvación, para que todos puedan recorrer por los caminos de la vida hasta alcanzar el diseño de esa fraternidad entre todos los pueblos de la tierra que es el destino común tanto de los hombres como de la creación; y aquí el otro dicho de Jesús subraya la grave responsabilidad de la misión, porque «al que tiene se le dará, y al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará».
El Evangelio del amor no tiene restricciones, es por su naturaleza total y universal tal como la vida de Jesús lo ha demostrado.
[1] V. Paglia, Comunidad de Sant’Egidio, La palabra de Dios cada día. 2021