María Magdalena se fue a ver a los discípulos para decirles que había visto al Señor

Santa María Magdalena

El primer día después del sábado, estando todavía oscuro, fue María Magdalena al sepulcro y vio removida la piedra que lo cerraba. Echó a correr, llegó a la casa donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: “Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo habrán puesto”.

María se había quedado llorando junto al sepulcro de Jesús. Sin dejar de llorar, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados en el lugar donde había estado el cuerpo de Jesús, uno en la cabecera y el otro junto a los pies. Los ángeles le preguntaron: “¿Por qué estás llorando, mujer?” Ella les contestó: “Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo habrán puesto”.

Dicho esto, miró hacia atrás y vio a Jesús de pie, pero no sabía que era Jesús. Entonces él le dijo: “Mujer, ¿por qué estás llorando? ¿A quién buscas?” Ella, creyendo que era el jardinero, le respondió: “Señor, si tú te lo llevaste, dime dónde lo has puesto”. Jesús le dijo: “¡María!” Ella se volvió y exclamó: “¡Rabbuní!”, que en hebreo significa ‘maestro’. Jesús le dijo: “Déjame ya, porque todavía no he subido al Padre.

Ve a decir a mis hermanos: ‘Subo a mi Padre y su Padre, a mi Dios y su Dios’”.

María Magdalena se fue a ver a los discípulos para decirles que había visto al Señor y para darles su mensaje. Palabra del Señor.

Descargar los textos en PDF

Celebramos la fiesta de Santa María Magdalena, discípula y apóstol de Jesucristo, es la primer testigo de la Resurrección, enviada por el mismo Señor a llevar esta alegre noticia a los discípulos 

Muy de mañana, el día de la Resurrección María acudió a completar los ritos fúnebres de la sepultura de Jesús que habían quedado incompletos por la premura con la que fue depositado en una tumba apenas lo bajaron de la Cruz.

Al encontrar el sepulcro vacío ella misma se vuelve mensajera de una terrible noticia «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo habrán puesto»; entonces, los discípulos acudieron a constatar la noticia.

Mientras los discípulos regresan a casa dejando atrás la tumba vacía con sus vendas por el suelo, María Magdalena permanece sumida en lágrimas junto a la tumba, aferrada a lo último recuerdo tangible que le queda de Jesús: “Estaba María junto al sepulcro fuera llorando”.

María da un paso importante en su camino de fe cuando es capaz de mirar dentro del sepulcro y comienza a decir lo que siente: «“¿Por qué estás llorando, mujer?” Ella les contestó: “Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo habrán puesto”.»

Jesús se hace presente pero María no se da cuenta, sus lágrimas y su dolor le impiden percatarse de su presencia. Cuando Jesús se revela llamándola por su propio nombre: «¡María!» Ella comprende y lo reconoce: «¡Maestro!», un título que –en el evangelio de Juan- solamente los discípulos usan para dirigirse al Señor. Jesús y Maria Magdalena se llaman recíprocamente según la manera como lo hacían antes de la muerte de Jesús. La familiaridad con la Palabra del Señor, es la que permite reconocerlo cuando pronuncia nuestro nombre.

 “Su intercesión nos ayude a vivir también a nosotros esta experiencia: en la hora del llanto y del abandono, escuchar a Jesús Resucitado que nos llama por nuestro nombre, y con el corazón lleno de alegría ir y anunciar: «¡He visto al Señor!» . ¡He cambiado de vida porque he visto al Señor! Ahora soy distinto que antes, soy otra persona. He cambiado porque he visto al Señor. Esta es nuestra fuerza y esta es nuestra esperanza.” (Papa Francisco)

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *