Tiempo Ordinario
Viernes de la XIII semana
Textos
† Del evangelio según san Mateo (9, 9-13)
En aquel tiempo, Jesús vio a un hombre llamado Mateo, sentado a su mesa de recaudador de impuestos, y le dijo: “Sígueme”. El se levantó y lo siguió.
Después, cuando estaba a la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores se sentaron también a comer con Jesús y sus discípulos. Viendo esto, los fariseos preguntaron a los discípulos: “¿Por qué su Maestro come con publicanos y pecadores?” Jesús los oyó y les dijo: “No son los sanos los que necesitan de médico, sino los enfermos. Vayan, pues, y aprendan lo que significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios. Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores”. Palabra del Señor.
Mensaje
El evangelio de este día está muy relacionado con el de la curación del paralítico; los verbos principales de la escena que contemplamos ayer eran «perdonar», «levantar» e «ir», se transforman en el texto que contemplamos hoy en verbos vocacionales: «llamar a los pecadores», «levantar» y «seguir».
Se trata del relato de la vocación de Mateo, que contiene dos escenas: 1. El encuentro de Jesús con Mateo y 2. La cena con pecadores en casa de Mateo.
La primera escena es una escena vocacional. Jesús aparece en movimiento: se va de la ciudad, ve a Mateo, le habla; su actitud contrasta con la de Mateo, que está sentado. Jesús misionero involucra en su camino a un cobrador de impuestos, que por su oficio es catalogado en la categoría de los pecadores. El poder de la palabra de Jesús _«sígueme»_ tiene un efecto similar al que tuvo el «levántate» en el caso del paralítico. Mateo «se levantó y lo siguió»
La segunda escena describe la cena con los pecadores en la casa de Mateo. Jesús va a la casa de un hombre pecador, necesitado de su misericordia. Así es como Jesús forma su comunidad. Mateo, por su parte, se esmera en brindar a Jesús la mejor acogida: le ofrece su casa, lo invita a su mesa, es decir, le hace entrar en su intimidad. Se trata de un bello gesto de amistad. Los detalles de la cena y de las palabras de Jesús, revelan el sentido de la vocación, del llamado a ser discípulo del Señor y recorrer con él el camino del evangelio.
El seguimiento genera una relación estrecha con Jesús, como la que se establece en una cena. La comunión en la mesa muestra que la nueva relación con Jesús hace de la vida una fiesta. Las relaciones se amplían a todos los discípulos de Jesús, con quienes ahora se forma una comunidad. El banquete les abre las puertas del Reino a todos los pecadores, impuros y excluidos. Lo que importa para Jesús no es el pasado, sino la adhesión al Reino.
La comunidad de discípulos es vista como un grupo de personas que no son fuertes, sino frágiles, como enfermos que necesitan de un médico: «No son los sanos los que necesitan de médico, sino los enfermos» La escuela de Jesús es una comunidad de personas que reconocen sus fragilidades, pero que también están en camino de superación, de crecimiento de fortalecimiento interior, gracias a la persona de Jesús. Jesús no llamó a los discípulos por tener un curriculum impecable, sino por todo lo contrario: «Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores».
La experiencia vocacional implica un itinerario de perdón. El llamado que se recibe por parte de Jesús es una expresión de la misericordia que Dios tiene con nosotros. Seguir a Jesús es entrar en un proceso de sanación. El camino vocacional está constituido por una comunión estrecha con Jesús y por el crecimiento personal y comunitario que se tiene a su lado. Todo llamado implica que nos pongamos en camino de conversión y aprendamos la vida nueva de Jesús.
El hecho que Jesús invoque aquí la “misericordia” revela un rasgo característico de Dios que se opone al concepto de Dios que tienen los fariseos. La misericordia es el amor de Dios en acción, que no sólo no excluye sino que busca y acoge a todos los excluidos y los reintegra en la comunidad. Esta “misericordia” que acoge y tiende la mano para el crecimiento, al contrario de las prácticas legalistas y las discriminaciones de los fariseos, es el nuevo distintivo de la comunidad de Jesús.