Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?

Pascua

Viernes de la IV semana

Textos

† Del evangelio según san Juan (14, 1-6)

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “No pierdan la paz. Si creen en Dios, crean también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones.

Si no fuera así, yo se lo habría dicho a ustedes, porque voy a prepararles un lugar. Cuando me vaya y les prepare un sitio, volveré y los llevaré conmigo, para que donde yo esté, estén también ustedes. Y ya saben el camino para llegar al lugar a donde voy”.

Entonces Tomás le dijo: “Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?” Jesús le respondió: “Yo soy el camino, la verdad y la vida.

Nadie va al Padre si no es por mí”. Palabra del Señor.

Fondo Musical: P. Martin Alejandro Arceo Álvarez

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Mensaje[1]

Jesús, después de haber dado a los Apóstoles el mandamiento del amor les dice que les dejará y los discípulos, al oírle hablar así, se entristecen. Jesús sigue hablándoles con palabras de consuelo: « No pierdan la paz. Si creen en Dios, crean también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones … Cuando me vaya y les prepare un sitio, volveré y los llevaré conmigo». 

Jesús es el primero que desea que los lazos de amistad no se rompan, sino que duren eternamente, tanto que añade: «para que donde yo esté, estén también ustedes». No les abandona, quiere que estén con él para siempre. El va delante para preparar a cada uno de nosotros un lugar en la casa grande del Padre.

Con estas palabras, Jesús nos abre una pequeña ventana hacia nuestro futuro. ¡Cuántas veces nos hemos interrogado sobre la vida después de la muerte y sobre qué les ha sucedido a los amigos ya fallecidos, a aquellos a quienes hemos amado y por quienes quizá hemos trabajado y sufrido! El Evangelio no nos deja sin una respuesta para estas preguntas. Al contrario, casi queriendo hacemos tocar con la mano la consolación, nos habla del más allá como de una casa amplia, espaciosa, habitada por nuestros amigos, los cercanos y los lejanos. 

Un camino seguro nos conduce hasta ellos y hasta ese lugar, es Jesús mismo. De hecho, es en el vínculo con él donde está la garantía de que nada de nuestra vida se pierde: ningún pensamiento, ningún gesto de cariño es vano, sino que todo se recoge y se conserva como un tesoro precioso e iluminado por la luz del anuncio de la victoria de la vida sobre la muerte que hemos recibido en Pascua. Jesús parece convencido de que los discípulos han comprendido la verdad sobre lo que hay después de la muerte, hasta el punto de decir: «Y ya saben el camino para llegar al lugar a donde voy». 

En realidad no era así, como tampoco es así para nosotros hoy. Tomás, en nombre de todos, pregunta cuál es el camino, y Jesús, una vez más, se expresa con claridad: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida». Permanecer unidos a él es la garantía para recorrer el camino adecuado para llegar hasta el Padre que está en los cielos.


[1] V. Paglia – Comunidad de Sant’Egidio, La palabra de Dios cada día, 2018, 191-192.

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