Si no hago las obras de mi Padre, no me crean

Cuaresma

Viernes de la semana V

Textos

† Del evangelio según san Juan (10, 31-42)

En aquel tiempo, cuando Jesús terminó de hablar, los judíos cogieron piedras para apedrearlo. Jesús les dijo: “He realizado ante ustedes muchas obras buenas de parte del Padre, ¿por cuál de ellas me quieren apedrear?” Le contestaron los judíos: “No te queremos apedrear por ninguna obra buena, sino por blasfemo, porque tú, no siendo más que un hombre, pretendes ser Dios”. Jesús les replicó: “¿No está escrito en su ley: Yo les he dicho: Ustedes son dioses? Ahora bien, si ahí se llama dioses a quienes fue dirigida la palabra de Dios (y la Escritura no puede equivocarse), ¿cómo es que a mí, a quien el Padre consagró y envió al mundo, me llaman blasfemo porque he dicho: ‘Soy Hijo de Dios’? Si no hago las obras de mi Padre, no me crean.

Pero si las hago, aunque no me crean a mí, crean a las obras, para que puedan comprender que el Padre está en mí y yo en el Padre”. Trataron entonces de apoderarse de él, pero se les escapó de las manos.

Luego regresó Jesús al otro lado del Jordán, al lugar donde Juan había bautizado en un principio y se quedó allí. Muchos acudieron a él y decían: “Juan no hizo ninguna señal prodigiosa; pero todo lo que Juan decía de éste, era verdad”.

Y muchos creyeron en él allí. Palabra del Señor.

Fondo Musical: P. Martin Alejandro Arceo Álvarez

Descargar los textos en PDF

Mensaje

El Evangelio de San Juan que nos ha acompañado en estas últimas dos semanas de  Cuaresma, nos ha hecho participar de algún modo, en la pasión interior de Jesús.    

En la medida en que Jesús avanza en la revelación de su misterio: su origen, su misión, su relación, única y absoluta con el Padre, crece también la incomprensión, la oposición, el rechazo y la amenaza a muerte.    

En evangelio de hoy, mientras los adversarios toman piedras para tirarle, Jesús les dice: “Muchas obras buenas que vienen del Padre les he  mostrado, ¿por cuál de ellas quieren apedrearme?. Ellos le responden  encarándole la supuesta blasfemia: “Tu siendo hombre, te haces a ti mismo  Dios”.     

Jesús, se defiende de los ataques de los judíos haciendo referencia a la Escritura que ellos conocen muy bien. Si, según  la Escritura, la divinidad puede ser atribuida a quienes escuchan la Palabra de Dios, cuanto más a aquel que es la Palabra misma de Dios.

Jesús mantiene firme su posición. Realmente el es el Hijo de Dios, el Padre lo ha  consagrado para realizar su obra, sobre Él reposa el Espíritu de Dios. El Padre lo ha elegido y lo ha enviado para devolverle al  mundo la luz y la vida que habitan en Él.    

Jesús realizó las obras de Dios. La vida que devolvió al hijo del funcionario real, la curación del enfermo de la piscina y del ciego de nacimiento, demuestran que Él es el Hijo, y el enviado de Dios al mundo. Todos lo han visto y pueden dar fe de ello. Tal vez pueden rechazar sus palabras, pero  no pueden negar sus obras. Ellas por sí mismas siguen gritando que, Jesús es el  Hijo, el camino que lleva al verdadero conocimiento de Dios.    

Nuestro itinerario Cuaresmal está ya casi en el final. En la escucha del Maestro hemos aprendido a vivir como personas nuevas, como hijos de Dios y como  hermanos. Hemos también aprendido, contemplando a Jesús, que la fuerza de Dios y el poder  de su Espíritu es más fuerte que todas las dificultades, persecuciones y  sufrimientos. “No tengan miedo, yo he vencido al mundo”, nos dirá más adelante

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *