José, hijo de David, no dudes en recibir en tu casa a María

19 de marzo

San José, esposo de la Virgen María

Textos

† Del evangelio según san Mateo (1, 16.18-21.24)

Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.

Cristo vino al mundo de la siguiente manera: Estando María, su madre, desposada con José y antes de que vivieran juntos, sucedió que ella, por obra del Espíritu Santo, estaba esperando un hijo. José, su esposo, que era hombre justo, no queriendo ponerla en evidencia, pensó dejar la en secreto.

Mientras pensaba en estas cosas, un ángel del Señor le dijo en sueños: “José, hijo de David, no dudes en recibir en tu casa a María, tu esposa, porque ella ha concebido por obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados”.

Cuando José despertó de quel sueño, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor. Palabra del Señor.

Fondo Musical: P. Martin Alejandro Arceo Álvarez

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Mensaje[1]

José asume la paternidad legal de Jesús La Iglesia celebra en este día la fiesta de san José, el esposo de María. Descendiente de la casa de David, recibe la misión de incorporar a Jesús a la descendencia davídica. José conecta con la tradición de los patriarcas, que a menudo habían recibido en sueños la revelación de Dios. Además, hace recorrer al pequeño Jesús el camino del éxodo desde Egipto hasta la tierra prometida, insertándolo de este modo plenamente en la historia de Israel para hacerle heredero de las promesas. Hombre del silencio, José supo discernir día tras día la voluntad de Dios y obedeció.

Una antigua leyenda asegura que murió en una gran paz que le daba Jesús, y por ello en la tradición occidental se comenzó pronto a invocarlo para recibir el don de una buena muerte. Las Iglesias de Oriente lo recuerdan junto a David y a Santiago, el hermano del Señor en los días después de Navidad. Su figura, ligada a la infancia de Jesús, nos recuerda la actitud indispensable de la escucha que debe tener todo creyente, sobre todo en esos momentos en los que parece que prevalecen las dificultades.

El pasaje evangélico de Mateo nos narra cómo José se ve involucrado en el misterio del nacimiento de Jesús. El evangelista parece querer subrayar lo irregular de ese nacimiento: habla de José y del drama, grave por partida doble, que está viviendo. Como marido traicionado debería celebrar un divorcio oficial (María aparecería como adúltera, y por tanto seria rechazada y marginada por sus parientes y todos los habitantes del pueblo). Obviamente también María pensó en estas cosas al escuchar el anuncio del ángel, y a pesar de todo obedeció. José, por su parte, había decidido repudiar a su joven esposa pero en secreto. Era un gesto de justicia delicada se podría decir que misericordiosa. Y sin embargo aquel hombre justo, más delicado que la ley, obrando así habría actuado contra la justicia más profunda de Dios. En efecto, hay un más allá de Dios que él ángel le revela. José lo escucha y comprende lo que está sucediendo a su alrededor y en su interior, convirtiéndose así en discípulo del Evangelio. Y el ángel continuó: «Le pondrás por nombre Jesús». José debe reconocer y decir quién es ese hijo. Por esta razón es la imagen del creyente que sabe escuchar y tomar consigo a Jesús. Si escuchamos el Evangelio, también nosotros seremos capaces de acoger a Jesús como el amigo de nuestros días, de toda nuestra vida.


[1] V. Paglia – Comunidad de Sant’Egidio, La palabra de Dios cada día, 2018, 107-108.

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