Contra la sabiduría, la maldad no puede nada

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Jueves de la XXXII semana

La sabiduría es un espíritu inteligente, santo, único y múltiple, sutil, ágil y penetrante, inmaculado, lúcido e invulnerable, amante del bien, agudo y libre, bienhechor, amigo del hombre y amable, firme, seguro y sereno, que todo lo puede y todo lo ve, que penetra en todos los espíritus: los inteligentes, los puros y los más sutiles.

La sabiduría es más ágil que cualquier movimiento y, por ser inmaterial, lo atraviesa y lo penetra todo.

La sabiduría es un resplandor del poder de Dios, una emanación purísima de la gloria del omnipotente, por eso nada sucio la puede contaminar.

Es un reflejo de la luz eterna, un espejo inmaculado de la actividad de Dios y una imagen de su bondad. Ella sola lo puede todo; sin cambiar en nada, todo lo renueva; entra en las almas de los buenos de cada generación, hace de ellos amigos de Dios y profetas, porque Dios ama sólo a quienes conviven con la sabiduría.

La sabiduría es más brillante que el sol y que todas las constelaciones; si se la compara con la luz del día, la sabiduría sale ganando, porque al día lo vence la noche, pero contra la sabiduría, la maldad no puede nada.

Ella se extiende poderosa de un extremo al otro del mundo y con suavidad gobierna todo el universo. Palabra de Dios.

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La sabiduría es un don que se recibe de Dios. por eso Salomón siente la libertad y la alegría de poderla dar también él para que enriquezca la vida de los demás. Es la libertad que posee aquel que reconoce los dones de Dios en su vida, sobre todo el don precioso de una palabra  que da sabiduría, y que se comunica. 

Los que la poseen «atraen la amistad de Dios», entran en una relación de intimidad con él, y reciben su instrucción. La sabiduría de la que habla Salomón enseña a comprender la realidad de manera profunda, espiritual, sin quedarse en la apariencia de las cosas que se ven: «Él me concedió el verdadero conocimiento de los seres, para conocer la estructura del mundo y la actividad de. Los elemento».

No se trata tanto de un conocimiento científico cuanto de un conocimiento que entra en el corazón de la historia y que no sigue la lógica del saber técnico. En la sabiduría sopla lo que para los creyentes es la fuerza del Espíritu Santo: «Un espíritu inteligente, santo, único, múltiple, sutil, ágil, perspicaz, inmaculado, claro, impasible, amante del bien, agudo, libre, bienhechor, filántropo, firme, seguro, sereno, que todos lo puede, toso lo controla».

Son cualidades que recuerdan a los siete dondes del Espíritu Santo, que ya el profeta Isaías había intuido (Is 11, 1-2) y que llenan el corazón de los que creen en el Dios de Jesucristo. La Sabiduría es la manifestación de la presencia salvadora y amiga de Dios, que quiere enseñar a los hombres el secreto de la vida.

Esta es única, es imagen de su bondad, y «entrando en las almas santas en cada generación hace amigos de Dios y profetas». Dejemos que esta sabiduría nos instruya para ser también nosotros amigos de Dios y profetas de su palabra en el mundo.


[1] Paglia, Vincenzo. La Palabra de Dios cada día – 2023. Edición en español. pp. 394-395.

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