Pongan atención a mis palabras, búsquenlas con interés y ellas los instruirán

Tiempo Ordinario

Miércoles de la XXXII semana

Escuchen, reyes, y entiendan; aprendan, soberanos de todas las naciones de la tierra; estén atentos, los que gobiernan a los pueblos y están orgullosos del gran número de sus súbditos: El Señor les ha dado a ustedes el poder; el Altísimo, la soberanía; él va a examinar las obras de ustedes y a escudriñar sus intenciones.

Ustedes son ministros de su reino y no han gobernado rectamente, ni han cumplido la ley, ni han vivido de acuerdo con la voluntad de Dios. El caerá sobre ustedes en forma terrible y repentina, porque un juicio implacable espera a los que mandan. Al pequeño, por compasión se le perdona, pero a los poderosos se les castigará severamente. El Señor de todos ante nadie retrocede y no hay grandeza que lo asuste; él hizo al grande y al pequeño y cuida de todos con igual solicitud; pero un examen muy severo les espera a los poderosos.

A ustedes, pues, soberanos, se dirigen mis palabras, para que aprendan a ser sabios y no pequen; porque los que cumplen fielmente la voluntad del Señor serán reconocidos como justos, y los que aprenden a cumplir su voluntad encontrarán defensa.

Pongan, pues, atención a mis palabras, búsquenlas con interés y ellas los instruirán. Palabra de Dios.

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La vida del justo, coronado con la diadema real, es un modelo a imitar, sobre todo para los que tienen responsabilidades de gobierno. La invitación divina es muy insistente. Se les pide lo que el Señor quiere de todos, es decir, que busquen la sabiduría y la Palabra de Dios: «Ansiad mis palabras: anheladlas y recibiréis instrucciones».

La palabra de Dios instruye, enseña el camino del bien y de la justicia. Por eso todo el mundo, incluidos los fuertes y los reyes, están llamados a buscarla y a desearla. La Palabra de Dios es para todos, también para los gobernantes. Da un modo sabio de interpretar la historia, ayuda a escrutar los siglos de los tiempos y a tener visiones mas allá de os reducidos horizontes habituales.

La Biblia, cuando atribuye el origen del poder humano a Dios, no quiere establecer una teocracia, sino más bien recordar que nadie ostenta absolutamente el poder. Todo el mundo está sometido a Dios. de él reciben todos la vida y la fuerza. Los totalitarios son, en el fondo una idolatría. 

Por eso gobernar es una responsabilidad y aún más, un servicio. Quien gobierna debe aprender del Señor, que «hizo a pequeños y grandes y de todos cuida por igual». Existe un principio de igualdad que la Sabiduría afirma cuando todavía no se había afianzado la idea de igualdad entre seres humanos.

El origen divino es la raíz de la igualdad entre todos. esa base teológica nos pide a todos, y especialmente a quienes tienen responsabilidades de gobierno, que mantengamos y defendamos la dignidad de todo hombre desde su concepción hasta su muerte natural.


[1] Paglia, Vincenzo. La Palabra de Dios cada día – 2023. Edición en español. pp. 393-3394.

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