Abraham le creyó a Dios y eso le valió la justificación

Tiempo Ordinario

Viernes de la XXVIII semana

Textos

De la carta del apóstol san Pablo a los romanos (4, 1-8)

Hermanos: ¿Qué diremos de Abraham, padre de nuestra raza? Si Abraham hubiera obtenido la justificación por sus obras, tendría de qué estar orgulloso, pero no delante de Dios.

En efecto, ¿qué dice la Escritura? Abraham le creyó a Dios y eso le valió la justificación.

Al que, gracias a su trabajo, tiene obras, no se le da su paga como un regalo, sino como algo que se le debe. En cambio al que no tiene obras, pero cree en aquel que justifica al pecador, su fe le vale la justificación.

En este sentido, también David proclama dichoso al hombre a quien Dios tiene por justo, independientemente de las obras: Dichosos aquellos cuyas maldades han sido perdonadas y cuyos pecados han sido sepultados. Dichoso el hombre a quien el Señor no le toma en cuenta su pecado. Palabra de Dios.

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Mensaje[1]

En el capítulo 4 de la Carta a los romanos, Pablo empieza una argumentación bíblica centrada en la figura de Abrahán. El apóstol quiere demostar que el «Evangelio de la justificación» no es  una tergiversación de las Escrituras, sino, por el contrario, una confirmación de las mismas. 

Abrahán es el modelo de creyente por excelencia que se abre a la fe y recibe el don de la justicia. Ya  en el libro del Génesis leemos: «Creyó Abrán en el Señor, que se lo reputó como justicia» (Gn 15, 6). La vida de Abrahán es una muestra de la fuerza que brota de la fe. Por esta fe incluso el pexado se puede borrar.

De ese modo, también el perdón, la «justificación» de la que habla Pablo, es únicamente fruto de la misericordia y del amor de Dios, que sigue llamando a los hombres a seguirle. Confiándose totalmente a aquel que lo había llamado, el santo Patriarca fue liberado de la esclavitud de sí mismo, de sus obras y de sus tradiciones.

Por la fe, y no por la clarividencia de la visión o por la certeza de sus convicciones, Abrahán dejó su tierra y se encaminó hacia un destino que no conocía. Por la fe absoluta y total en Dios, llevó hasta la montaña a su hijo, su único hijo Isaac, para inmolarlo, y Dios se lo devolvió. En el camino que abrió Abrahán, nuestro padre en la fe, Pablo dibuja el camino también para aquellos que acogen a Jesús como Señor de su vida.


[1] Paglia, Vincenzo. La Palabra de Dios cada día – 2023. Edición en español. pp. 367-368.

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