Completo lo que falta a la pasión de Cristo en mí

Tiempo Ordinario

Lunes de la XXIII semana

Textos

De la carta del apóstol san Pablo a los colosenses (1, 24—2, 3)

Hermanos: Ahora me alegro de sufrir por ustedes, porque así completo lo que falta a la pasión de Cristo en mí, por el bien de su cuerpo, que es la Iglesia.

Por disposición de Dios, yo he sido constituido ministro de esta Iglesia para predicarles por entero su mensaje, o sea el designio secreto que Dios ha mantenido oculto desde siglos y generaciones y que ahora ha revelado a su pueblo santo.

Dios ha querido dar a conocer a los suyos la gloria y riqueza que este designio encierra para los paganos, es decir, que Cristo vive en ustedes y es la esperanza de la gloria. Ese mismo Cristo, que nosotros predicamos, cuando corregimos a los hombres y los instruimos con todos los recursos de la sabiduría, a fin de que todos sean cristianos perfectos. Por eso precisamente me empeño y lucho con la fuerza de Cristo, que actúa poderosamente en mí.

Quiero que sepan cuántos esfuerzos estoy haciendo por ustedes, por los de Laodicea y por todos los que no me conocen personalmente. Se lo digo a ustedes para que todos se animen, y unidos íntimamente en el amor, puedan alcanzar en toda su riqueza el conocimiento pleno y perfecto del designio secreto de Dios, que es Cristo, en el cual están ocultos todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia. Palabra de Dios.

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Mensaje[1]

Estas palabras de Pablo nos confirman que no se pierde ni un ápice de nuestro dolor, que ningún sufrimiento es en vano, sobre todo el que sufre a causa del ministerio pastoral o, cualquier caso, a causa de la fe: todo queda recogido en el cáliz del sufrimiento de Cristo en la cruz. 

Pablo muestra el sentido profundo que se esconde en el sufrimiento del discípulo: completar en su propia carne lo que falta a los sufrimientos de Cristo. Cuando experimenta los límites, el creyente, que se hace igual al Crucificado, sabe que la potencia del Resucitado actúa también en el sufrimiento. 

Y por eso el dolor puede ser también fuente de alegría y de serenidad, porque se convierte en ocasión de comunión y de gracia: los creyentes están en comunión los unos con los otros, en el sufrimiento y también en la muerte. 

Además, el apóstol sabe que debe hacerse como Cristo y que,  para llevar a los hombres al Evangelio, debe también sufrir pruebas y hostilidades. Y él ha recibido de Dios mismo la misión de «dar cumplimiento a la Palabra de Dios». con esta última afirmación Pablo arroja luz sobre el significado del ministerio pastoral: sembrar en el corazón de los creyentes la palabra de Dios para que crezcan a imagen de Cristo Jesús. Es una «trabajo duro» que Pablo compara a una lucha. Pero es el único camino para que la semilla dé fruto.


[1] Paglia, Vincenzo. La Palabra de Dios cada día – 2023. Edición en español. pp. 327-328.

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