Él es quien nos conforta en nuestras tribulaciones

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Lunes de la X semana

Textos

De la segunda carta del apóstol san Pablo a los corintios (1, 1-7)

Yo Pablo, apóstol de Jesucristo por voluntad de Dios, y Timoteo, hermano nuestro, deseamos a la Iglesia de Dios que está en Corinto y a todos los cristianos que viven en la provincia de Acaya, la gracia y la paz de Dios, nuestro Padre, y de Jesucristo, el Señor.

Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre lleno de misericordia y Dios que siempre consuela.

El es quien nos conforta en nuestras tribulaciones, para que nosotros podamos también confortar con la misma fuerza que recibimos de Dios, a los que se encuentran atribulados.

Porque así como participamos abundantemente en los sufrimientos de Cristo, así, por medio de Cristo, recibimos también un gran consuelo.

Por eso, si sufrimos, es para consuelo y salvación de ustedes; si somos consolados, es también para consuelo de ustedes, para que puedan soportar con paciencia los mismos sufrimientos que nosotros soportamos.Tenemos, pues, una firme esperanza en ustedes, porque sabemos que, así como ustedes son nuestros compañeros en el sufrimiento, también lo serán en el consuelo. Palabra de Dios.

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Mensaje[1]

Pablo da gracias al Dios del consuelo. Le da gracias también porque puede derramar el consuelo con el que es consolado también sobre la comunidad de Corintios. El apóstol no esconde las penalidades que sufre a causa del Evangelio. Habla incluso de un peligro mortal. 

No se comprende a qué se refiere, pero sin duda podía pensar que había llegado su fin. No obstante, confiesa su firme fe en el Señor al que se siente asimilado en la tribulación y bendice a Dios Padre que no deja de darle aliento y consolación en los momentos de dolor.

El apóstol confía en los corintios que precisamente en las tribulaciones más duras ha aprendido a no depositar la confianza en él mismo, sino en la fuerza de un Dios que resucita a los muertos. La firmeza de la fe no se basa en nuestra fuerza o en nuestras capacidades, sino solo en la certidumbre del amor de Dios por nosotros y en la convicción de que su obra de liberación es incesante.

Pero Pablo pide a los corintios que tomen parte tanto en sus sufrimientos como en su consolación. Ese es el sentido de la fraternidad cristiana, que nos impulsa a llevar los pesos los unos de los otros, a alegrarnos con las alegrías ajenas o a sufrir con las penas de los demás.

Pablo también pide la ayuda de la oración: «rezad por nosotros, para que la gracia obtenida por intervención de muchos sea agradecida por muchos en nuestro nombre» (v. 11). La oración recíproca, que es siempre acción de gracias al Señor, es una de las manifestaciones más hermosas y fuertes de amor fraterno.


[1] Paglia, Vincenzo. La Palabra de Dios cada día – 2023. Edición en español. pp. 234-235.

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