El Señor es un juez que no se deja impresionar por apariencias

Tiempo Ordinario

Martes de la VIII Semana

Textos

Del libro del Eclesiástico (Sirácide) (35, 1-15)

La ofrenda más grata al Señor es la que ofrece aquel que cumple su ley. El que guarda los mandamientos ofrece un sacrificio de acción de gracias, el que hace favores al prójimo ofrenda el mejor trigo, el que da limosna ofrece un sacrificio de alabanza.

Apartarse del mal es darle gusto al Señor, evitar la injusticia es sacrificio de expiación por el pecado; no te presentes, pues, ante Dios con las manos vacías: todo esto es mandato del Señor.

La ofrenda del justo enriquece el altar y su aroma sube hasta el Altísimo. La ofrenda del justo es agradable a Dios y su memorial no será olvidado.

Honra al Señor con ánimo alegre y no seas tacaño al pagarle tus primicias. Haz tu ofrenda de buena gana y santifica con gozo tus diezmos.

Dale al Altísimo según la medida en que él te ha dado a ti; dale tan generosamente como puedas, porque el Señor sabe recompensar y te dará siete veces más.

No pienses en sobornar al Señor, porque él no recibirá tus dones, ni confíes en la ofrenda de cosas mal habidas, porque el Señor es un juez que no se deja impresionar por apariencias. Palabra de Dios.

Descargar los textos en PDF

Mensaje[1]

Ben Sirá, autor del libro del Eclesiástico, tras criticar los sacrificios insinceros de muchos creyentes (34, 18-26), les anima a unir el culto con la observancia de la Ley: «Observar la Ley es hacer muchas ofrendas, guardar los mandamientos es hacer sacrificios de comunicación» (v. 1). Es evidente que hay que practicar el culto, y se advierte de ellos a los fieles: «No te presentes ante el Señor con las manos vacías… La ofrenda del justo honra el altar, su perfume sube hasta el Altísimo» (vv. 4-5).

Hay que hacer la ofrenda con alegría, con entusiasmo, de buen grado, con un corazón misericordioso que derrama su amor también sobre los pobres. Ben Sirá advierte: «Hacer limosna es ofrecer sacrificios de alabanza» (v. 4). Y no solo eso, sino que el creyente debe alejarse de la injusticia y del abuso: «un sacrificio de expiación es apartarse de la injusticia» (v. 5). 

Esta atención del creyente por el culto, la observancia de la ley y la práctica del amor están bien presentes tanto en esta página del Sirácida como en las de los profetas de todo el primer Testamento. Jesús no reniega nada de todo esto; al contario lo cumple cuando una el amor por Dios y el amor por el prójimo. En estos dos mandamientos -dice Jesús- se cumple la Ley y los Profetas. Por eso aún hoy el verdadero culto que hay que presentar al Señor es observar la Palabra de Dios y socorrer a los pobres y a los débiles.

Para Jesús, vivir con un corazón lleno de misericordia significa vivir de la misma manera que Dios, que es el misericordioso. El Señor, que «no hace acepción de personas» (v. 13) -como escribe Ben Sirá- da su amor a todos, pero con una preferencia: ante todo, escucha la oración del oprimido, del huérfano y de la viuda. Si el discípulo quiere estar en presencia de Dios, debe vivir esta misma misericordia.


[1] Paglia, Vincenzo. La Palabra de Dios cada día – 2023. Edición en español. pp. 220-221.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *