¡Vi salir agua del templo, era un agua que daba vida y fertilidad! Agenda Cuaresmal. Semana IV. Martes.

Inicia tu meditación escuchando este canto. Repítelo en tu corazón

Cristo Jesús – Taizé

Textos bíblicos

Primera Lectura: Ezequiel 47, 1-9. 12 

Salmo 45 

Evangelio: Juan 5, 1-16: Al momento el hombre quedó curado

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Reflexión

El evangelista Juan nos lleva a Jerusalén junto a una piscina, llamada Betesda «casa de la misericordia». Era un lugar considerado sagrado y milagroso, y por ello en sus orillas se reunía «una multitud de enfermos, ciegos, cojos, paralíticos», señala el evangelista. Se reunían en las inmediaciones de la piscina esperando que un ángel agitara agitara sus aguas, convencidos de que el primero que entrase en ella sería curado. Podemos comparar esa piscina con la Iglesia, verdadera «casa de misericordia». 

Ciertamente no es un lugar de magia: siempre es necesaria la intervención de un ángel. Pero el ángel es el mismo Jesús, como lo fue para aquel paralítico que llevaba tantos años en los márgenes de esa piscina sin que nadie lo ayudase. Jesús, pasando a su lado, se detiene y se informa de su condición. Llevaba enfermo desde hacía 38 años. 

Cuando aquel paralítico ve a Jesús que le pregunta: «¿Quieres recobrar la salud?», renace en él la esperanza. El amor abre siempre el corazón de quien lo recibe. Cuando uno está solo es difícil curarse, si no imposible. ¡Y a cuántos, aún hoy, se les deja solos precisamente cuando su debilidad es mayor! Con Jesús ha llegado el verdadero ángel que cura la enfermedad de aquel hombre. Y dirigiéndose al paralítico le dice: «Levántate, toma tu camilla y anda». Después hay un segundo encuentro. Ese hombre necesitaba también la curación de su corazón. Jesús, al encontrarlo la segunda vez, le dice: «Mira, has recobrado la salud; no peques más». 

Revisa tu vida: 

Imagina que estás junto a la piscina de Betesda y que de Jesús las palabras «¿quieres sanar?» Que tu respuesta a la Palabra disponga tu corazón y te conviertas en «ángel» que acerque la misericordia a quienes necesitan ayuda y consuelo.

Propósito: 

Acerca, con gestos y palabras, la misericordia de Dios a una persona que vive momentos de desesperación.

Jaculatoria: 

Con nosotros está Dios, el Señor

Concluye tu meditación escuchando y apropiándote este canto:

Nada te turbe – Taizé

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