¡Misericordia quiero y no sacrificios! Agenda Cuaresmal. Semana III. Sábado.

Inicia tu meditación escuchando este canto. Repítelo en tu corazón

Cristo Jesús – Taizé

Textos bíblicos

Primera Lectura: Oseas 6, 1-6

Salmo 50 

Evangelio: Lucas 18, 9-14: El publicano regresó a su casa justificado y el fariseo no

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Reflexión

La enseñanza que Jesús ofrece a los discípulos es la de la necesidad de tener un espíritu humilde al presentarse ante Dios, y pone en evidencia a los que se acercan al Señor con la actitud de ese fariseo que, con bastante presunción y orgullo, se considera justo. Si bien es fácil asumir la actitud del fariseo, es más difícil considerarse pecadores y necesitados de perdón y misericordia. 

Jesús, con esta parábola, nos advierte que el orgullo y la presunción empujan a tener más fe en uno mismo que en Dios, lo que a su vez lleva a juzgar con dureza y desprecio a los demás. El fariseo, lleno de sí mismo, sube al templo para elogiarse ante Dios, mientras que el publicano, por el contrario, y a pesar de tener una buena posición –además de ser temido por la gente a causa de su oficio–, se siente necesitado de ayuda y misericordia. No sube al templo para reivindicar derechos sino para pedir ayuda. Él, que incluso obtenía opulentos beneficios de su trabajo, se parece más al mendigo que pide perdón. 

La paradoja evangélica es evidente: quien se ensalza será humillado, y quien se humilla será ensalzado. Aprendamos la humildad, que es el camino del encuentro con Dios, en lugar de ensalzarnos sobre los demás y erigirnos en jueces despectivos, convencidos de nuestra inocencia. El publicano nos muestra el modo de presentarnos ante Dios: reconocer que somos pecadores y que vamos a él para mendigar misericordia y perdón.

https://youtu.be/n0zjzjvecnA

Revisa tu vida:

¡Cuántas veces nos comportamos como el fariseo! Pensemos en cuánto nos cuesta reconocer nuestros pecados, y en la rapidez con la que juzgamos mal a los demás. 

Propósito: 

Reconoce en qué situaciones, ambientes o delante de qué personas te cuesta trabajo ser humilde. Hazte el propósito en esas situaciones o delante de esas personas de expresarte en términos de humildad.

Jaculatoria: 

Misericordia quiero, no sacrificios, dice el Señor

Concluye tu meditación escuchando y apropiándote este canto:

Nada te turbe – Taizé

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