¡No le quiten la vida, ni derramen su sangre! Agenda cuaresmal. Viernes de la semana II.

Inicia tu meditación escuchando este canto. Repítelo en tu corazón

Cristo Jesús – Taizé

Textos bíblicos

Primera Lectura: Génesis 37, 3-4. 12-13 

Salmo 104 

Evangelio: Mateo 21, 33-43.45-46:  Éste es el heredero, vamos a matarlo

Descarga los textos aquí

Reflexión

Para los que, en tiempos de Jesús, escuchaban la parábola de los viñadores que matan al hijo del dueño, estaba claro que la viña representaba al pueblo de Israel y el dueño era Dios, que la cuidaba con increíble amor. 

La parábola alcanza su punto culminante cuando llega el tiempo de los frutos y el dueño manda a los siervos a recogerlos. La reacción de los viñadores es violenta: apenas llegan los siervos los apresan, a uno lo golpean, a otro lo matan y a otro lo lapidan. El dueño, desconcertado por esta violenta reacción, envía a otros, pero también ellos sufren la misma suerte. «Finalmente», dice Jesús, el dueño envía al hijo. Piensa para sí: «A mi hijo le respetarán». Pero la ira de los viñadores explota con más ferocidad: lo agarran, lo sacan «fuera de la viña» y lo matan. Estas palabras describen a la perfección el rechazo a acoger a Jesús por parte no solo de cada persona, sino del conjunto de la ciudad y de sus habitantes. Jesús, nacido fuera de la ciudad de Belén, muere fuera de Jerusalén. 

El Señor esperaba los «frutos de la viña» pero se le paga con la muerte de sus siervos primero, y al final la de su propio Hijo. Pero Dios no se resigna: a partir de ese Hijo vendrán nuevos viñadores, que cuidarán la viña, que dará frutos nuevos y abundantes. El nuevo pueblo de Dios se ve cualificado por los «frutos» del Evangelio, es decir, de la fe que genera las obras de la justicia y la misericordia. En otras palabras, los frutos coinciden con la fidelidad al amor de Dios y a su Evangelio. Como está escrito: «Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta» (Jn 15, 2); y también: «Por sus frutos los conocerán» (Mt 7, 16). 

Revisa tu vida: 

¿Qué te ha confiado el Señor? ¿Qué frutos espera que le entregues? ¿Estás dispuesto a entregarlos? ¿Te adueñas de ellos y los defiendes con violencia? 

Propósito: 

Comparte tus dones y cualidades con personas que lo necesiten.

Jaculatoria: 

Recordemos las maravillas que hizo el Señor

Concluye tu meditación escuchando y apropiándote este canto:

Nada te turbe – Taizé

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *