Todos me van a conocer

Tiempo Ordinario

Viernes de la Semana II

Textos

Lectura de la carta a los hebreos (8, 6-13)

Hermanos: Jesucristo, nuestro sumo sacerdote, ha obtenido un ministerio tanto más excelente, cuanto que él es el mediador de una mejor alianza, fundada en mejores promesas. Si aquella primera alianza hubiera sido perfecta, no habría habido lugar para una segunda. Pero de hecho, Dios la encuentra imperfecta, cuando reprendiendo a los israelitas, les dice: Se acerca el tiempo en que haré con la casa de Israel y con la casa de Judá una alianza nueva, dice el Señor. No será como la alianza que hice con los padres de ustedes cuando los tomé de la mano para sacarlos de Egipto, porque ellos rompieron mi alianza y yo tuve que hacer un escarmiento con ellos. Esta es la alianza nueva que voy a hacer con la casa de Israel: Voy a poner mi ley en lo más profundo de su mente y voy a grabarla en sus corazones.

Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Ya nadie tendrá que instruir a su prójimo ni a su hermano, diciéndole: “Conoce al Señor”, porque todos me van a conocer, desde el más pequeño hasta el mayor de todos, cuando yo les perdone sus culpas y olvide para siempre sus pecados.

Conforme a esto, al hablar de una alianza nueva, Dios declara anticuada la primera, y lo que es anticuado y envejecido está próximo a la desaparición. Palabra de Dios.

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Mensaje[1]

Estamos dentro de una nueva alianza de la que el Señor Jesús se ha convertido en mediador. En el Antiguo Testamento se habla muchas veces de la alianza: Dios ofrece a los patriarcas y a su pueblo Israel un pacto de amistad que lo hacía único entre todos los pueblos. Esta promesa a Israel y al pueblo judío no se borra ni es revocada, pero se renueva definitivamente en Jesús, a través del cual la alianza se extiende a todos los pueblos de la tierra.

Es decir, todos pueden acceder a esta relación especial de Dios con la humanidad. Nadie está excluido de la amistad de Dios. Juan Pablo II habló a los judíos de «una alianza nunca revocada», retomando a san Pablo. En efecto, de manera quizá misteriosa para nosotros, entre Dios y Israel persiste una relación especial que no ha sido abolida por la alianza establecida en Jesucristo con toda la humanidad.

En ese sentido debemos leer la referencia a la alianza nueva que se ha realizado en la muerte y resurrección de Jesús. Esta se produce cada vez que se celebra la Eucaristía. El sacerdote pronuncia las mismas palabras de Jesús: «Este es el cáliz de mi sangre, sangre de la alianza nueva y eterna».

Es verdad cuanto escribe la Carta los hebreos, pero hay que leerlo dentro del conjunto de la Biblia y del magisterio de la Iglesia, que después del Concilio Vaticano II y con los papas sucesivos ha vuelto a leer de manera nueva la relación judeo-cristiana, sin disminuir la fuerza ni la novedad de la salvación realizada por la muerte y resurrección del Señor, pero comprendiéndola dentro del conjunto de la historia de salvación. Acojamos, por tanto, la novedad del Señor Jesús como petición de renovación y de conversión, no como una situación exclusiva en la que nos encontramos.


[1] Paglia, Vincenzo. La Palabra de Dios cada día – 2023. Edición en español. pp. 73-74.

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