¡El Señor salva la vida de sus pobres de las manos de los malvados! Agenda Cuaresmal. Semana V. Viernes

Inicia tu meditación escuchando este canto. Repítelo en tu corazón

Cristo Jesús – Taizé

Textos bíblicos

Primera Lectura: Jeremías 20, 10-13 

Salmo 17 

Evangelio: Juan 10, 31-42: Intentaron apoderarse de él, pero se les escapó de las manos

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Reflexión

El evangelio de hoy nos traslada al contexto de la fiesta de la Dedicación del Templo. Es invierno, y Jesús se paseaba por el pórtico de Salomón. Los judíos se le acercan e le insisten para que aclare su posición. Y cuando Jesús responde con toda claridad: «Yo y el Padre somos uno», explota su rabia e intentan lapidarlo. Dentro de poco se repetirá la escena delante del sumo sacerdote, y será condenado a muerte. Pero el camino aparece ya trazado. Esta vez Jesús, en lugar de desaparecer de su vista, responde con la calma de quien sabe que está haciendo la voluntad del Padre. «Muchas obras buenas de parte del Padre os he mostrado. ¿Por cuál de esas obras queréis apedrearme?». 

Los fariseos, a pesar de haber visto los signos de Dios en las obras de Jesús, endurecieron el corazón: no podían aceptar su divinidad. Este es el sentido de su acusación contra Jesús: «Tú, siendo hombre, te haces a ti mismo Dios». 

Este misterio, custodiado y transmitido por los discípulos de todo tiempo, de generación en generación, se aplica a la propia Iglesia, que es a la vez obra del hombre y obra de Dios. Ella misma es un misterio de amor a la manera de Jesús. El apóstol Pablo la define como «cuerpo de Cristo»: a través de la Iglesia, sus sacramentos y la predicación del Evangelio, todos nosotros entramos en relación con Dios. En ese sentido, la Iglesia es la obra de Cristo, o más bien su «cuerpo» que continúa en el tiempo. 

Revisa tu vida: 

La comunidad cristiana es signo de la presencia de Jesús en la historia.

¿Te consideras miembro de la Iglesia?

¿Eres con la Iglesia signo de la presencia de Dios en la historia?

¿Qué opaca tu testimonio?

Propósito: 

Busca momentos para vivir y expresar tu fe con otros, en comunión: sea en la oración, sea en la práctica de la misericordia.

Jaculatoria: 

Sálvame, Señor, en el peligro

Concluye tu meditación escuchando y apropiándote este canto:

Nada te turbe – Taizé

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