Me voy al Padre y ya no me verán ustedes

Pascua

Martes de la VI semana

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Me voy ya al que me envió y ninguno de ustedes me pregunta: ‘¿A dónde vas?’ Es que su corazón se ha llenado de tristeza porque les he dicho estas cosas. Sin embargo, es cierto lo que les digo: les conviene que me vaya; porque si no me voy, no vendrá a ustedes el Consolador; en cambio, si me voy, yo se lo enviaré.

Y cuando él venga, establecerá la culpabilidad del mundo en materia de pecado, de justicia y de juicio; de pecado, porque ellos no han creído en mí; de justicia, porque me voy al Padre y ya no me verán ustedes; de juicio, porque el príncipe de este mundo ya está condenado”. Palabra del Señor.

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Comienza la tercera parte del discurso de despedida de Jesús.  Encontrarnos a Jesús con sus discípulos, después de la cena van camino a Getsemaní. El Señor les enseña ahora cómo construir una iglesia con vitalidad y fuerza pascual en el mundo. 

Hay cinco enseñanzas. Hoy abordamos la primera: la venida del Espíritu Santo que inaugura una nueva etapa en la vida de la comunidad. Jesús invita a sus discípulos a que estén felices por su partida, condición para el envío del Espíritu Santo, que es el “Paráclito” –auxiliador- de los creyentes. Este es el punto de partida de la vida de la comunidad que nace de la pascua.  

Al principio de su discurso, refiriéndose al Espíritu, Jesús había dicho: “el mundo no puede recibirlo porque no lo conoce”.  Ahora, vuelve sobre esta enseñanza: cuando el Espíritu viene, no viene al mundo sino a la comunidad de discípulos, congregada en su nombre a partir de la Pascua. Dos veces repite esta idea, una vez en negativo y otra en positivo: “si no me voy, no vendrá a ustedes el Paráclito, pero si me voy se los enviaré”. La obra del Espíritu en esta comunidad es lo que va a dejar huella en el mundo.

Hoy distinguimos tres aspectos o aprendizajes de la obra del Espíritu en la comunidad discipular:

Primer aprendizaje que hace el mundo: el sentido del “pecado”. Jesús dice que el Espíritu convence al mundo “en lo referente al pecado, porque no creen en mí”. Una persona que no tiene una fuerte experiencia de Dios no tiene sentido del pecado, todo lo parece normal.  Ahora bien, Jesús no dice “pecados” sino “pecado” (en singular).  La tarea de una comunidad centrada en el Señor no es atacar a la gente acusándola de sus pecados sino el hacerle caer en cuenta proféticamente de su pecado fundamental. 

El pecado fundamental es el rechazo de Dios y de su proyecto para la humanidad; tiene consecuencias destructivas para la vida y la belleza de la humanidad.

Segundo aprendizaje que hace el mundo: dónde está la fuente de la “justicia” o rectitud de vida. Jesús dice que el Espíritu convence al mundo “en lo referente a la justicia, porque me voy al Padre”. 

La rectitud es un término que, en el Antiguo Testamento, equivale a “santidad”: indica que una persona es íntegra a los ojos de Dios y del mundo, que es una imagen patente del hombre querido por Dios. La Buena noticia del Evangelio es que uno no se hace íntegro por sí mismo. La única manera de lograr una vida integrada, coherente, sólida, bien conducida, es “venir a Jesús”.  “Santificarnos” es lo que Jesús hace en nosotros por medio del Espíritu. La obra del Espíritu es darnos lo que nosotros nunca lograríamos por nuestras solas fuerzas: ser rectos y profundamente íntegros en la presencia del Señor.

Tercer aprendizaje que hace el mundo: el juicio de este mundo ya sucedió en la muerte de Jesús. Jesús dice que el Espíritu convence al mundo “en lo referente al juicio, porque el príncipe de este mundo está juzgado”. 

Todo hombre tiene la responsabilidad de darle cuenta a Dios sobre su vida cuando al final de su historia se encuentre cara a cara con Él.  Pero, ¡cosa curiosa!  Jesús está yendo mucho más allá de esta simple idea. Jesús dice que este juicio ya sucedió. 

Un cristiano que sigue a Jesús en el Espíritu Santo vive siempre en una increíble libertad porque ya se sabe juzgado. Un discípulo vive gozoso, como hijo de Dios viviente. Lo que el mundo aprenderá observando a los creyentes es precisamente eso: que son personas, saben vivir porque han conseguido superar sus contradicciones internas y ahora están en paz, con una gran libertad y fuerza interior.

En síntesis ¿Cuál será la tarea del Espíritu? Dar testimonio a quienes rechazan a Cristo, haciendo evidente a los creyentes el error del mundo por su incredulidad, mostrando a todos la justicia de Cristo.

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